libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
B. SEMBLANZA
OLYMPIA DE GOUGES, HOMENAJE TARDÍO
“Así como tenemos el deber de subir al cadalso, también tenemos el derecho de subir
a la tribuna”.
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“¡Mujer despierta! Las campanas de la razón se dejan oír en todo el planeta.
¡Reconoce tus derechos! ¡Sé!”.
Olympia de Gouges.
La lerda y desvencijada carreta lleva en su acarreo a lo largo de la rue Saint
Honoré rumbo a la Place de la Revolution, a una mujer medrosa y aturdida
por los gritos de la multitud, ebria de sangre y de espectáculo. Entre injurias y
abucheos el siniestro cangallo recorre el camino trágico de Luis XVI, María
Antonieta y su propio verdugo: Robespierre. Allí, momentos más tarde, en
el rubicundo patíbulo donde se encuentra empalmada la guillotina, nuestra
trágica heroína colocará su cabeza en la báscula a la espera del golpe seco y
fatal.
Desde la Concergierie y a lo largo de la “vía dolorosa”, va hilvanando recuerdos
y vivencias: la pobreza, la ignorancia y la acritud hogareñas encarnadas en
el odioso carnicero y la humilde lavandera que tuvo por padres; su llegada
a París en 1788 que mitiga la sed de su esperanza provinciana reflejada en
los embriagantes espejismos citadinos; un matrimonio por conveniencia
con un decrépito anciano que le asegura su supervivencia en la gran urbe;
los panegíricos revolucionarios de 1789 y la participación en los sucesos
políticos que rodean la toma de la Bastilla.
“Los enragés” (“los rabiosos”), facción radical que cautiva a los más
revolucionarios de los “sans culottes” (“los descamisados”) parisinos y
seduce, de igual manera, a las fervientes activistas; la creación en 1793 de la
“Sociedad de las Republicanas Revolucionarias”; el entusiasmo febril que
lleva a unas a vestir la escarapela tricolor sobre su peinado y a otras, el gorro
frigio y el pantalón rojo… Ha llegado la hora: Olympia de Gouges (Marie
Gouze), es decapitada en 1793 a la edad de 45 años.