libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
E. EL ACTO PEDAGÓGICO.
ENTRE LA DUDA Y LA INCERTIDUMBRE
“Son tus decisiones, no el azar, lo que determina tu destino”.
Jean Nidetch, empresario estadounidense.
El escritor estadounidense Paul Auster afirma en su novela “La música del
azar” (1990), que nadie tiene control directo sobre el azar, pero cuando éste
se pone misteriosamente de nuestro lado, lo único que podemos hacer es
dejar que suenen sus ritmos musicales sin interrumpirlos. Por extraño que
pueda parecer, el éxito siempre parece rehuir de aquellos que lo persiguen
de una manera obstinada, quizás porque al obcecarse con la meta que se
han propuesto, olvidan los placeres del camino. Sin la apertura a lo incierto
e indefinido, la vida se torna en una serie de pasajes monótonos ajenos a su
propia y auténtica dinámica, abierta al caos y al azar.
Resulta curioso: le quitamos esa esencialidad llena de novedad e
incertidumbre a nuestro encuentro con los demás obteniendo a cambio
vínculos apagados, repetitivos o sesgados por nuestros propios juicios. Sin la
apertura a lo incierto, indeterminado, indefinido y azaroso, la vida se torna
en una serie de pasajes monótonos ajenos a su propia y auténtica dinámica
abierta al caos y al azar. Nos encontramos en una condición permanente
de navegabilidad sobre aguas rápidas y turbulentas. El futuro, impredecible
e incierto, se precipita sobre todos nosotros en forma de enormes olas de
cambio.
Nos reafirmamos en nuestra posición anarco-epistémica: no es la necesidad
sino la casualidad la que está llena de encantos. La lógica de la existencia está
en la digresionalidad de lo incierto, en lo casual e imponderable. Nuestros
pensamientos deben ser esos vagabundos impenitentes sumidos en una
especie de dulce libertad ociosa. No es la necesidad, sino la incertidumbre
la que está llena de encantos. Milán Kundera (“La Insoportable levedad del
ser”, 1984), afirma que la casualidad debe aparecer ante nosotros como un
mensaje misterioso que intentamos descifrar.
Michel Foucault y Gilles Deleuze proponen sustituir el eterno, tedioso e
idílico mundo platónico de esencias inmutables, apodícticas y eternas, por
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