libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
institucional que perfile y defina el tipo de hombre y mujer que se quiere
formar, la sociedad que se desea lograr, la identidad cultural que se aspira
consolidar o recuperar, las normas éticas y jurídicas que deben regular la
conducta de los ciudadanos y las metas por las cuales hay que trabajar.
No existe una continuidad de propósitos en ese iter gnosis-axios que debe
ser la educación; se avanza por pálpitos (intuiciones, corazonadas), por
impulsos desordenados que tienen una vida fugaz, efímera, condicionada por
la duración de las administraciones políticas de turno que ven en cualquier
propuesta educativa e innovadora, la oportunidad de esquilmar el erario y
satisfacer sus pícaros intereses clientelistas.
Muchas veces, términos como el consenso, la participación, la
representatividad, la comunitariedad, la formación holística, integral, sirven
como subterfugio para ocultar el carácter reproductor de una sociedad
desigual, individualista y desintegradora que desde el currículo impone los
códigos culturales de un sistema social y educativo excluyente y discriminador.
Existe una influencia muy marcada de la tecnología educativa (básicamente
a través del diseño instruccional). Aquí se concibe una acción curricular
tendiente únicamente a la formulación de objetivos, selección de contenidos,
definición de actividades tanto de alumnos como de profesores, formulación
rígida y finalista de la evaluación. Esto es el resultado de la denominada
“Taylorización del proceso curricular”.
Se evidencia y se acepta sin mayor reparo, la existencia de una odiosa
clasificación selectiva y una diferencia abismal entre los que producen,
transmiten, adquieren y consumen valores educativos y culturales. El
docente es visto como apéndice de un proceso curricular que lo excluye y
lo plusvaliza, un operario del conocimiento y no un hacedor autónomo,
imbuido de criticidad, innovación y creatividad, un elemento activo por sí
y para sí en, desde y dentro del acto y el proceso cognitivo-volitivo que es la
educación.
Se ha considerado el currículo como algo ya definido, predeterminado,
un recetario de contenidos que solamente se mueve en la racionalidad de
la ejecución, en lo operativo, en lo mecánico. Todavía existe la tendencia
que le atribuye un carácter algorítmico, cuantificante, empírico y acrítico,
reafirmando patrones de alienación y de imposición cultural.
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