libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
SOMBRAS
Una noche cualquiera un hombre se encierra en su cuarto y deja que sus
pensamientos formen figuras extrañas que en medio de la oscuridad le
acompañan, con su corifeo de voces híbridas, graves unas, dulces otras,
todas ellas, de alguna forma, acompasando su canto solitario. Los recuerdos
se arremolinan y luchan en su mente porque no los subsuma el manto
ineluctable del olvido. Las palabras que apenas balbucean, no se extinguen
pero se pierden diluidas, casi imperceptibles en la infinitud de su tiempo.
Lo invade esa sensación de abandono y vaciedad al ver sus preguntas
suspendidas en el aire que en vano se obstinan por romper la mudez de
unos labios. Su frágil mirada no logra ablandar con sus lacerantes lágrimas,
la acritud que envuelve sus torvos sentimientos. Siente cómo lo permea
esa percepción del absurdo que contempla los vanos devaneos, los inanes
escarceos del deseo que en medio de quimeras y fugaces conceptos se pierden
tras la grisácea penumbra que envuelve a la ciudad gris.
Siente el cosquilleo de esas resbaladizas lágrimas que furtivas e impotentes se
deslizan por sus pálidas y mustias mejillas. Los sollozos apenas incontenibles
se ahogan entre ensordecedoras angustias, magros pensamientos, oscuros
designios y trémulos presentimientos. Sus taciturnas reflexiones evocan
aquellas largas ausencias y le rinden culto a la orfandad ritual del beso y el
abrazo.
De pronto, figuras y sonidos irrumpen en su estancia interior, ahogan la fina
voz de su inaudible monólogo, rompen la eufonía del instante y en forma
estrepitosa y estentórea luchan por acallar aquel canto melodioso, tratando
de imponer sus desafinados y estridente estribillos.
Comienza entonces el grotesco y simultáneo desfile de solistas que
improvisadamente ejecutan su absurda salmodia. Allí están con sus
fastuosos oropeles aquellos arlequinescos figurines con sus muecas
histriónicas, ostentando, presumiendo tras la veleidad de un ropaje, tratando
con su quebradizo y vanidoso contoneo, llamar la atención del asustadizo
espectador.
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