libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
advertía sobre la fabricación de la bomba atómica por parte de los nazis,
presunción que le daría patente de corso a los gringos para el bombardeo
genocida, cinco años después, sobre Hiroshima y Nagasaki.
Algunos científicos, disfrazando su celotipia académica y xenófoba y tras
un falso humanismo pacifista, intentaron culparlo a él y su célebre ecuación
del holocausto nuclear, algo así como responsabilizar al inventor de los
fósforos de los incendios forestales. Luego vendrían sus campañas en favor
de la prohibición de armas nucleares; su expresa desconfianza hacia la ONU
para evitar una nueva conflagración mundial: su enconada lucha en contra
del militarismo y la fabricación de la bomba de hidrógeno; sus votos en pro
de la constitución de “un gobierno mundial restringido”; la instauración de
una economía socialista (revista “Monthly Review”, mayo de 1949); sus
proclamas antirracistas y su abierta condena a las andanzas del Ku Klus
Klan.
Todo esto lo llevó a denunciar en 1953 en el New York Times la persecución
de la cual era víctima por parte del tribunal inquisitorial creado por el senador
“come rojos” Joseph McCarthy y la apertura de un expediente policíaco de
1.800 páginas -hoy desclasificado-, que durante 23 años lo mantuvo abierto
el FBI desde la época del ingratamente recordado J. Edgar Hoover y donde
infructuosamente se trató de demostrar que Einstein era un espía ruso.
Siguen vigentes en la conciencia crítica planetaria, su humanismo integral
al igual que sus bellas consignas pacifistas: “La perfección en los medios
y la confusión en los fines son los hechos que caracterizan nuestro siglo…
El mundo se ha vuelto peligroso no por la gente que hace el mal sino por
aquellos que no hacen nada por evitarlo… Tenemos que descubrir una nueva
manera de pensar y de actuar si queremos que la humanidad sobreviva… Lo
más bello que podemos experimentar es el lado misterioso de la vida: en él
se encuentran la cuna del arte y de la ciencia verdadera”.
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Albert Einstein.
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