libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Somos indiferentes ante los embates de un mundo enajenador y castrante,
sin percatarnos del impacto que esta abrumante y alienante parálisis
de creatividad trae consigo. La educación se sintetiza en la posibilidad
pedagógica de lograr que un individuo comprenda (“sepa”) que la madurez
emocional que se adquiere en la vida interactiva, por conflictiva que ella sea,
se debe traducir en una actitud que valora la tolerancia y el supremo respeto
por el otro.
Una formación humanista y ciudadana debe tener como propósito,
el desarrollo de la dignidad, el respeto, la afectividad, la autoestima y la
integralidad, aspectos esenciales para la salud emocional y bio-psicosocial
de los miembros de una comunidad educativa. Al ser la educación
que recibimos éticamente pobre, los principios y valores que dinamizan el
ejercicio de nuestra vida socio-cotidiano-negativa, son permeados por una
cultura de la violencia y la ruindad, la picardía, el atajo y la supervivencia, la
mediocridad y la mezquindad.
Nuestra educación no prioriza ni enfatiza en el cultivo funcional de la
subjetividad y la autoestima. Además de aprender el cacareado •saber,
hacer y emprender”, debe estimularse el aprender a ser, soñar, amarse y
convivir. Una educación ética como vía arteria donde se entrecrucen ética
y pedagógicamente lo personal y lo público, es una tarea perentoria e
impostergable No podemos seguir diciendo, como promesa de año nuevo,
que vamos a ser éticos mañana. El desafío es aquí y ahora.
Sólo hasta que no le demos un sentido autocrítico y programático a nuestra
vida personal y social y, con todo ello, seamos capaces de recrearnos y (re)
conocer a los demás, descubrir el reino de nuestra individualidad inmerso
en la exuberante geografía de la diversidad y la otredad, además de crecer
y autorregularnos como personas y ciudadanos, no podremos decir que
realmente hemos sido educados.
La formación de una conciencia crítica como instrumento libertario que
nos permita interpretar y transformar el mundo, debe ser el horizonte de
sentido paradigmático de nuestra educación. Debemos potencializar a través
de la educación nuestra inteligencia emocional y nuestra energía racio-vital
hastiada de violencia, ávida de verdad y sedienta de libertad.
95