libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Más tarde vendrán los combates en la Sierra Maestra (El Cuartel del Uvero)
y las célebres entrevistas de 1957 para el New York Times y para la CBS que
convierten a Fidel Castro y a Ernesto Guevara en una leyenda vida entre los
campesinos guajiros, el pueblo cubano y toda América. La epopeya vivida
por la “cuarta” columna guerrillera al mando de Ernesto Che Guevara y
Camilo Cienfuegos es digna de ser contada y debería ser una gesta heroica
y libertaria de obligado estudio en la cátedra de Historia latinoamericana
en colegios y universidades donde sus estudiantes saben más de las batallas
míticas y lejanas del pueblo egipcio, persa o griego, que de las protagonizadas
por nuestras comunidades vernáculas.
Su tropa integrada por una “cuadrilla espuria de guajiros y negros”,
alfabetizada y educada por el Che, bautizada como “los descamisados”, en
recuerdo de Eva Perón que así denominaba a aquellas huestes de humildes
seguidores, protagonizan la gran gesta libertaria del pueblo cubano (“El
pelotón suicida”), a pesar de la campaña de desprestigio que se fraguaba
en su contra (“bandoleros”, “forajidos”, “asesinos”). Después vendrán
los bombardeos de napalm y la arremetida de 10 mil soldados contra 280
guerrilleros; la epopeya de la columna 8 de Minas del Frío; la victoria de
Jigüey; las divisiones internas que terminan con el pacto de Caracas donde
se reconoce a Fidel como comandante en jefe.
Vendrá también la retirada del ejército de Batista de la Sierra Maestra; La
instalación del campamento de caballete de Casas, después de atravesar 600
kilómetros de zonas pantanosas, acosados por aviones y tropas del gobierno
reaccionario; los célebres y controvertidos fusilamientos de disidentes y
“chivatos proyankis”; las fallidas elecciones del 3 de noviembre de 1958
en Cuba donde sale electo Andrés Rivero Agüero; la toma de Santa Clara
donde 350 guerrilleros se enfrentan a 3.500 soldados (“Tu mano gloriosa
y fuerte/ desde la historia dispara/ cuando todo Santa Clara/ se despierta
para verte”, reza la legendaria canción).
Un ataque contra el tren blindado, el repliegue de las tropas, la ruidosa y
festiva toma de la Habana, la caída de Fulgencio Batista y su huida ese
3 de enero de 1959, marcan el comienzo del final de su segunda muerte.
Aún se siguen escuchando sus proclamas guerreras: “Donde quiera que la
muerte nos sorprenda, será bien recibida mientras nuestro grito de guerra sea
escuchado… Si avanzo, seguidme; si me detengo, empujadme; si retrocedo,
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