libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Esto se logra si hacemos de la escuela un escenario en donde se reconoce
como legítima necesidad, el propiciar acciones orientadas a dignificar la
tarea del maestro y la maestra, de manera que puedan descubrirse como
sujetos éticos y puedan hacerse responsables del resultado de su acción
pedagógica. Para ello, el maestro (a) necesita, además de unas condiciones
socioeconómicas y laborales óptimas, una formación ética y profesional que
le permita desarrollar aprendizajes significativos en torno a la formación
de valores personales y en relación con sus alumnos (as), el entorno
problemático que lo circunvala, lo involucra y compromete.
Esto se logra si hacemos de la escuela un escenario en donde se
forme para el respeto activo y funcional frente a diversos puntos de vista
en torno a sí mismo, al otro, a la sociedad; en el respeto a la diferencia, a la
pluralidad, a la divergencia y ante la posibilidad de compartir programas y
proyectos de vida orientados hacia el bien común. Un escenario en donde se
implementen procesos de construcción de paz como posibilidad de realizar
humana y socialmente los valores de la libertad, la justicia, la solidaridad,
la equidad, el respeto activo, la cooperación, la comunicación y el diálogo
abierto, teniendo como criterio y fin la necesaria igualdad entre mujeres y
hombres respecto al valor moral por excelencia: la dignidad humana.
Hacer de la escuela un escenario en el que se desarrolle en sus
agentes educativos una personalidad participativa y una conciencia
crítica y democrática, capaz de aceptar el conflicto que se asume con sus
insospechadas probabilidades y limitaciones y en la posibilidad y capacidad
de vivir en él, tomando decisiones con arreglo a principios y leyes aceptados
y legitimados por las prácticas históricas y sociales de las comunidades y los
pueblos.
Hacer de la escuela un lugar donde se crean situaciones, condiciones
y escenarios para formar personas éticas que comprendan que la ley al
interior de la institución escolar, es una estrategia para regular la convivencia
y poder disfrutar del “bien” y no solo conocer coactivamente las leyes para
impedir el “mal” e intimidarnos con él y el estatuto punitivo que lo sanciona.
Estas situaciones, condiciones y escenarios sólo pueden darse en contextos
de organización escolar realmente democráticos, participativos, equitativos,
justos, pacíficos, no corruptos, respetuosos de la inter-culturalidad, la
alteridad social y ambiental y la diversidad étnica y socio-económica.
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