libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Salvador, Honduras y Costa Rica se disputan los restos de su emblemático
héroe Francisco Morazán. Algunos fervientes patriotas amenazan con iniciar
un conflicto bélico y otros han acordado la posibilidad de prestarse los restos
de su líder y mártir por iguales períodos. Rafael Correa, a su vez, adelantó
una campaña para trasladar los restos de Eloy Alfaro desde Guayaquil a
un nuevo mausoleo en la ciudad de Montecristi. Los descendientes del
prócer ecuatoriano protestaron por el traslado lo cual obligó a una decisión
salomónica: repartir las cenizas entre las dos ciudades.
Cuando Néstor Kirchner ordenó el traslado de los restos de Juan Domingo
Perón a un nuevo panteón distante 45 kilómetros de Buenos Aires, la
caravana oficial que llevaba el ataúd con los restos del caudillo terminó en
un zipizape callejero cuando varias facciones peronistas se enfrentaron. No
hablaremos aquí del culto desmedido que se ha rendido a José Martí y a
César Augusto Sandino en Cuba y Nicaragua para justificar sus oprobiosos
regímenes “socialistas”.
Los historiadores de librea, al proscribir la utopía de los falaces manuales
oficiales, convirtieron el pasado en un factor obseso-compulsivo para forjar,
a punta de retrovisor, un falso orgullo y una mentirosa identidad y unidad
nacional. Esa manía por el ayer que nos tiene mirando el horizonte con la
nuca, no ha permitido concentrarnos en la urgente tarea de forjar un futuro
más competitivo, sostenible y halagüeño. Bolívar murió en 1830, 40 años
antes de la invención del teléfono y 150 años antes de la aparición de internet
y las redes sociales.
Es hora de mirar menos hacia atrás y más hacia adelante a través de un
verdadero ejercicio prospectivo y que nuestros mandatarios, graciosos
nigromantes, oficiantes del pasado, hablen menos de historiolatría,
abandonen sus catecismos patrios, dejen de maquillar sus deslucidos
mandatos y se dediquen a gobernar y cumplir la propuesta programática por
la cual fueron elegidos.
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