libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
C. MEDITACIONES SOCIO-POLÍTICAS
Se trata de interpretar esa relación semiótica, seductora y codependiente entre
comunicación y poder. El mundo de la publicidad y del marketing político
ha evolucionado de una manera inusitada hasta el punto de concederle a
una frase un valor trascendental y casi determinante a la hora de vender
un candidato, un movimiento o una propuesta coyuntural o programática,
en una contienda electoral aún y a sabiendas de que “la política, como la
esfinge de la fábula, devora a cuantos no adivinan sus enigmas” (Antoine de
Rivarol).
Las reflexiones del escritor francés Jean-Marie Domenach (1950) sobre la
publicidad hitleriana financiada por el cártel alemán del acero del cual eran
socios los abuelos de los Bush y los Kennedy, ilustran muy bien lo anterior:
los emblemas nazistas habían obnubilado la conciencia de los alemanes
hasta convertirlos en autómatas. “Es a través de la propaganda -confesaba
el fhürer en una célebre entrevista-, que logramos conservar el poder y ella
nos dará la posibilidad de conquistar el mundo… El hombre moderno está
asombrosamente dispuesto a creer. Sus actos son determinados mucho más
por la impresión sensorial que por la reflexión”.
Hitler y Goebbels vieron al individuo como un ser débil y moldeable, un
adepto potencial que era posible controlar y manipular mediante una
maquinaria publicitaria convertida en arma política efectiva y orientada
más al fetichismo de las palabras y de la imagen que a la racionalidad de la
acción. Unas décadas antes se había patentizado esa relación entre masa y
partido, agitación ideológica y conciencia de clase con la llegada al poder del
politburó soviético; décadas más tarde, los desfiles maoístas de la revolución
cultural china rubricaban esa extraña simbiosis.
Parece que la historia se hubiera esculpido a base de consignas célebres, frases
que han jalonado el devenir socio-político de muchas naciones. Hace 80 años,
una célebre frase del pensador español Miguel de Unamuno (“Venceréis, pero
no convenceréis”) al igual que el “No pasarán” de “la Pasionaria” Dolores
Ibárruri, fueron convertidas en armas anti-electorales demoledoras que
quedaron grabadas con fuego en el imaginario colectivo europeo. Un slogan
político, según el criterio del publicista sefardí Luis Bassat (“El libro rojo de
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