libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
los recuerdos gratos, inocentes y libres de su niñez y a perder su capacidad
de asombro, fundamento de toda genialidad (curiosamente hoy llamada
“excepcionalidad”).
Por falta de una educación pertinente, identitaria y cualificada, el estudiante
no tiene una conciencia crítica y creativa de nuestra realidad y al no tenerla,
su papel como ciudadanos es equívoco, errátil, disfuncional e ineficaz.
Cierta vez se preguntaba Alejandro Dumas cómo es que habiendo sido tan
inteligentes en nuestra niñez, somos tan estúpidos, apenas pisamos el umbral
de nuestra adultez. “Eso debe de ser fruto de la educación que algún día
recibimos”, concluía el escritor francés. La entronización de un paradigma
transformacional comienza por enfrentar la resistencia al cambio como un
problema sociocultural que nos amarró al pasado como siervos de la gleba y
nos volvió pisco-socio-dependientes.
La educación, lejos de ser un desfile de pasarela de modas pedagógicas,
variaciones alrededor de nada y de fatuas excentricidades, debe ser, ante
todo, un acto de desaprendizaje y de “purga” a través del cual soltamos
lastres racio-emocionales y socio-culturales. Parafraseando a Skinner,
por educación entendemos todo aquello que, a manera de tocata y fuga,
sobrevive cuando olvidamos lo que hemos aprendido. Ningún cambio de
conciencia personal, política y social ocurrirá si seguimos promoviendo una
educación continuista y domesticadora. Tenemos que comenzar ese largo
proceso de desaprendizaje que nos permitirá encontrar horizontes de sentido
alternativos, con otros criterios de verdad.
Desestimamos pronto lo que hemos aprendido, pero no olvidamos nunca
lo que hemos descubierto. Sólo lo que hagamos por nosotros mismos, no
lo que haga la escuela, una vieja alcahueta que idiotizó nuestras mentes, le
dará calidad a nuestra vida. La educación no es más que el descubrimiento
progresivo y crudo de nuestra propia ignorancia. Tenemos que convertir
nuestro quehacer cotidiano en un instrumento educativo de formación
creativa para la vida y el contacto social, todo un proceso de mediación
pedagógica que no simplemente “informe”, sino que también nos interpele,
más desde la pedagogía de la pregunta que desde la didáctica de la respuesta.
Nos acostumbramos a que todo nos viene ya hecho y formateado. No
intervenimos en el diseño programático y en el perfomance de nuestras vidas.
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