libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
el mundo (Ku klux Kan, Apartheid, entre otros), se empieza a aceptar que
los grupos humanos pueden tener vías de desarrollo diferentes lejos de la
esclerótica y obediente linealidad paradigmática sobre la que está trazado el
discurso geopolítico y biologicista de la productividad y la competitividad.
Los postulados de la nueva ética alterativa advirtieron del peligro de
confundir individuación con individualismo, otra trampa ideológica que
intentaba ver al otro como una amenaza, un peligro potencial del cual se
recela y hay que eliminar a toda costa sólo por el prurito de pensar, sentir o
ser diferente. Esa nueva ética ha propendido por un crecimiento individual
que, sin desconocer su singularidad, busca que el individuo se reconozca en
una colectividad determinadora y acondicionadora que lo vincula a los otros
y lo impele a trabajar por una causa común.
Esa nueva ética impugna la preconización metafórica que reivindica la soledad
de algunos que hoy día deambulan entre la muchedumbre como barcos que
hacen sonar sus sirenas en la niebla para evitar cualquier roce con los demás.
Intenta romper, además, con el arquetipo de la prepotencia autárquica y
la invulnerable autosuficiencia que busca relaciones descomprometidas,
ligeras, prescindibles, pasajeras, insignificantes… relaciones “chatarra”
(“cool”, “ligth”, “flow”, “hipermegaplay”).
Con estos dispositivos disciplinarios, la educación a la luz de los nuevos
tiempos como campus y momentum social y valórico, cruce de tensiones
y pulsiones, intenta superar el sesgo y la proclividad de reducir el otro a lo
mío/lo mismo; trascender la idea de ubicarse por encima del otro para estar
uno al lado del otro o junto a otro para ser el uno en/con el otro; asumir
conscientemente la responsabilidad personal y comunitaria por un mundo
mejor, más humano y posible donde se comparten experiencias y utopías, se
alcanzan metas y se construyen sentidos y significados.
Además de lo cognitivo y lo emocional, ese nuevo modelo educativo piensa que
es indispensable que la pedagogía vaya más allá de planteamientos teóricos,
ahistóricos y descontextualizados que han invisibilizado la explotación, el
oprobio y la segregación sobre muchos sectores de la población y aborde
las condiciones socio-afectivas en que viven sus agentes educativos en una
nación donde la violencia producto de la injusticia, la inequidad, la exclusión
y la discriminación, ha dejado profundas huellas de dolor y desesperanza en
sus rostros.
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