libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
la azul inmensidad. El final de esta historia es conocida por todos y ha
sido relatada de generación en generación: un bello y caudaloso río sigue
corriendo con regocijante serpenteo por el sinuoso relieve de aquellas lejanas
tierras, orgulloso de aquella decisión que fortaleció su identidad en lugar de
malograrla.
EL CHELISTA DE SARAJEVO
La literatura y el cine han recreado sublimes etopeyas que hoy forman parte
del patrimonio cultural de la humanidad. Una de ellas es la historia del
“violinista en el tejado” de Shalom Rabinowitz cuyo instrumento sirve de
metáfora para narrar la inestabilidad política y social de la Rusia zarista y las
vicisitudes de las familias judías durante las primeras décadas del siglo XX.
La otra es “El pianista”, inolvidable relato que forma parte de las “Memorias”
del músico polaco de origen judío Wladislaw Szpilman escritas en 1944.
La trama se desenvuelve en Varsovia donde un alzamiento fue duramente
reprimido por las fuerzas de Hitler y su argumento: la entrañable amistad
entre el capitán nazi Hosenfeld y Szpilman. Varios “Opus” de Chopin, entre
ellos “la polonesa brillante”, sirven de fondo y motivo musical a la trágica y
hermosa narración.
Pero hay otro relato sobrecogedor que hoy nos ocupa y nos llena de una
inefable tristeza. El 27 de mayo de 1992, una tienda de Sarajevo repartía pan
entre la gente abatida por la guerra civil que se libraba allí. Un proyectil cayó
sobre la fila hambrienta y mató a 22 personas. Vedran Smailovic, un músico
de 35 años que había tocado el chelo en la Ópera de Sarajevo, observó desde
su ventana el horroroso cuadro, rompió su silencio cómplice y con el arrojo
que le produjo reconocer su angustiosa impotencia, decidió sacar su música
a las belicosas calles bosnias.
Durante los 22 días que siguieron al cruento ataque, a las cuatro de la
tarde, Smailovic se ponía su traje negro, tomaba su chelo y caminaba en
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