libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
El amor es más que un sentimiento: implica reflexión, cuidado del detalle,
aprendizaje continuo, diálogo sincero, proyecto compartido, voluntad de
sentido y capacidad de auto – co - evaluación.
Nuestra ignorancia es abismal. Quien no se conoce a sí mismo está perdido.
Para conseguir el autoconocimiento tenemos que desenconcharnos y
contemplarnos desapasionadamente.
La crisis de valores en que estamos sumidos nos provoca una angustia
existencial pero es, a su vez, un momentum en el que nos abrimos a nuevos
escenarios y posibilidades racio-vitales.
Para abrir nuevos caminos tenemos que reinventarnos, desaprender,
experimentar, correr riesgos, romper reglas, equivocarse y reírnos un poco
de nosotros mismos.
Sólo cuando ponemos diques y no canales a nuestras emociones, entre ellas
la ira y el rencor, es cuando el río de nuestra vida se estanca y se desborda
desmedidamente.
Muchas veces una relación amorosa se convierte en un acto de vulneración
de principios, de resignación eterna, de sumisión, descalificación o engaño.
La irascibilidad es esa odiosa invasora, una especie de alienígena que logra
que vayamos dejando muchas situaciones de nuestra vida a su merced.
Nuestra relación con todo lo que nos perturba tiene su origen en la forma
como hemos venido gestionando nuestras emociones desde el pasado.
La ira es una pesada cadena que arrastramos, una condena que muchas veces
llevamos silenciosamente como un secreto que se grita a voces.
Cuidar el yo sensible es dedicar cada día un tiempo a aquellos a quienes
amamos, verlos realmente y nutrirnos con ellos.
El psicoanalista francés Jacques Lacan solía decir que toda emoción que
durase más cinco minutos es una farsa.
Tratamos en vano de conocer a toda costa las opiniones de los demás y de
fundamentar en ellas la nuestra.
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