libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
La intolerancia no se extinguió con las llamas que abrasaron al último hereje
quemado en la hoguera. En pleno siglo XXI, millones de personas siguen siendo
víctimas de estados totalitarios y de otros regímenes de fuerza que emplean la
violencia contra quien se convierte en culpable de disentir o diferir. A la vieja
intolerancia engendrada por el odio teológico se ha sumado, en nuestro tiempo,
la intolerancia de los que sacralizan ciertas categorías políticas, ideológicas,
culturales y jurídicas. Ahora los intolerantes matan, torturan y eliminan real o
simbólicamente, no sólo en nombre de un falso integrismo religioso, o disímiles
posturas etnocentristas, sino también invocando la necesidad “natural” del conflicto
bélico o las exigencias de un mal llamado “orden público”.
El mundo necesita la entronización de una cultura de la tolerancia como un tajante
imperativo de los nuevos y dramáticos tiempos..
“El fuego destruye todo, libros incluidos, pero nunca puede destruir los sentimientos,
el saber y la Memoria”.
El economista y Premio Nobel estadounidense Joseph Stiglitz, en un artículo
publicado el 7 de julio de 2008 habla del fin del Neoliberalismo. Después de
constatar el fracaso económico, social y político del neoliberalismo, Stiglitz afirma
que Eel fundamentalismo de mercado neoliberal “siempre ha sido una doctrina
política que sirve a determinados intereses. Nunca ha estado respaldado por la teoría
económica. Y, como debería haber quedado claro, tampoco está respaldado por la
experiencia histórica”.
Los pueblos latinoamericanos -sumidos en el escepticismo-, han percibido al Estado
como un odioso y cruel leviatán, ilegítimo e ingobernable, generador de agudos e
irresolutos conflictos sociales. Los altos guarismos de violencia, pobreza, injusticia,
exclusión, clientelismo y desigualdad y las luchas indígeno-campesinas como las
que libran el CRIC en Colombia, los tupi-guaraníes en la región del Gran Chaco
y los mapuches chileno- argentinos, patentizan el malestar social. Testimonios
magros y execrables desmienten y contradicen una supuesta prosperidad preconizada
por Mercosur: favelas brasileñas, barracones peruanos, chacaritas paraguayas,
tugurios colombianos, ranchos venezolanos, cantegriles uruguayos, villas argentinas,
callampas chilenas.
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