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libro voces de la otredad

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Las <strong>voces</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> Otredad<br />

Fernando Torres or<strong>de</strong>na <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Minnesota que su hermano sea enterrado<br />

en secreto, lejos <strong>de</strong> “<strong>de</strong>mostraciones vulgares y estentóreas promovidas<br />

por aquellos que lo consi<strong>de</strong>ran <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto un arma para crear el<br />

<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n y sacar provecho para sus propias ambiciones (…). No quiero que<br />

utilicen sus restos para hacer una revolución”. Contrario a ello, su madre,<br />

Isabel Restrepo, afirma: “Camilo comenzó a vivir el día que lo mataron”.<br />

Con el cráneo <strong>de</strong>formado por los cu<strong>la</strong>tazos recibidos, es envuelto en 3 bolsas<br />

<strong>de</strong> polietileno y sepultado en el sitio <strong>de</strong> combate al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> una Ceiba que<br />

lo acoge <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su frondoso mundo, dulce y algodonado. Un topógrafo hace<br />

el p<strong>la</strong>no <strong>de</strong>l lugar que luego es guardado en <strong>la</strong> caja fuerte <strong>de</strong> <strong>la</strong> guarnición<br />

militar.<br />

3 años <strong>de</strong>spués, se exhuma el cadáver y sus restos -una ironía más-, son<br />

colocados en una urna funeraria y ésta, en una tumba sin lápida en el panteón<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> 5ª Brigada <strong>de</strong>l cementerio Bumangués, no sin antes recibir en <strong>la</strong> capil<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>l batallón, exequias solemnes como si hubiera sido un héroe militar… El<br />

capellán y los pocos concurrentes no saben a quién están enterrando.<br />

En el año 2002, su hermano crema los restos <strong>de</strong> Camilo y sus cenizas son<br />

colocadas en el mausoleo familiar <strong>de</strong>l cementerio Central <strong>de</strong> Bogotá. 50 años<br />

<strong>de</strong>spués, nuestro excéntrico presi<strong>de</strong>nte or<strong>de</strong>na a <strong>la</strong>s fuerzas militares buscar<br />

los restos <strong>de</strong> Camilo “para que, en un gesto simbólico, podamos continuar en<br />

ese proceso <strong>de</strong> terminar esta guerra y reconciliarnos todos los colombianos”.<br />

El Consejo Directivo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad Nacional, para cerrar inexplicablemente<br />

el necrótico show, or<strong>de</strong>na exhibir <strong>la</strong> sotana <strong>de</strong>l cura guerrillero. La leyenda a<br />

manera <strong>de</strong> historieta, cabalga sobre sus dos gran<strong>de</strong>s errores: haberse hecho<br />

sacerdote sin vocación alguna y guerrillero sin aptitud para ello. Muchos<br />

repasan sumidos en un pru<strong>de</strong>nte silencio, sus “consignas subversivas”:<br />

“Si Jesús viviera, sería guerrillero (…). El <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> todo cristiano es ser<br />

revolucionario (…). Sólo a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución podremos realizar el amor<br />

que los hombres <strong>de</strong>ben tener a su prójimo (…). ¡Hasta <strong>la</strong> victoria final! La<br />

lucha es <strong>la</strong>rga, ¡Comencemos ya!”.<br />

Camilo Torres, al igual que el Che Guevara, sigue presente en el quimérico<br />

imaginario <strong>de</strong> aquellos que febrilmente se aferran a los estólidos i<strong>de</strong>arios<br />

<strong>de</strong> una revolución fallida. El ELN hizo hace 10 años una semb<strong>la</strong>nza <strong>de</strong>l<br />

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