libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
CRUCE DE CAMINOS. SEÑALES EN LA VÍA
En una de sus charlas habituales Buda hablaba así a sus discípulos: “La
mente es un mono inquieto, saltando de rama en rama en busca de frutos por
toda una selva interminable de sucesos condicionados”.
Fragmento de un poema de Paul Fort: “Y las rosas dijeron: / “saltemos
las rejas hermanas / saltemos y huyamos veloces, / más que el agua del
jardinero / valen las nieblas del bosque”.
La crisis de valores, la tendencia al aislamiento o al anonimato y su contracara,
la sistémica invasión a la privacidad ajena, son asuntos relacionados con el
tema de los derechos individuales.
Exigir respeto empieza por respetarse a sí mismo. Si aceptamos el maltrato,
la injuria o la ofensa, estamos admitiendo que merecemos ser maltratados u
ofendidos.
No podemos controlar lo que otras personas nos dicen cuando cometemos
un error, pero sí podemos controlar lo que nos decimos a nosotros mismos.
“Todavía no se han levantado vallas que le digan al talento: por aquí no
pasarás”, fue una célebre réplica de Beethoven a uno de sus críticos.
No existe ninguna justificación para el maltrato o la ofensa. Aceptarlos es
sobrevalorar los derechos del otro y denigrar de los propios.
Charlotte Bronté hablaba sobre la necesidad de darle cuerda en cantidad
suficiente al jactancioso para que luego se ahorque con ella.
El dolor, la injusticia y el error tienen una diferencia: la injusticia y el error
pueden ser ignorados, mientras que el dolor, no.
Un fragmento del “Rey Lear” de Shakespeare: “Cuando nacemos, lloramos/
por pisar este gran escenario de bufones”.
No podemos reclamar lo que es nuestro si vivimos convencidos de que somos
mendigos y que nada nos pertenece.
440