libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
para caminar. No podemos seguir aceptando los estigmas satanizadores
proferidos por ciertos escribas que custodian ciertos virtuosos aquelarres
y que se han cernido sobre el macilento y vulnerable corpus de la utopía:
prelogicidad, distorsionamiento, prejuiciosidad, sensiblería, emocionalidad,
intuicionismo, imaginiería, subjetividad y otros más, propiciados por
escritores mendaces que convirtieron la historia en un cuento de hadas, en
un relato fantasmagórico.
Pretender, por ejemplo, convertir a la Atenas del siglo V en un modelo
idealizado de ciudad es un despropósito: la polis griega era un laberinto de
callejuelas estrechas y malolientes donde los desperdicios y el agua lluvia
corrían a través de una canalización a cielo abierto que era un foco de
infecciones (“todo iba a parar a la calle”). Una ciudad vieja, ruidosa y mal
trazada, llena de casas-dormitorio desalineadas, muchas de ellas sin ventanas
y con puertas que se abrían hacia fuera con “el consiguiente riesgo para los
viandantes”, por no hablar de una polis insegura, infestada de borrachos y
atracadores… Esta es la ciudad de Pericles que nos han tratado de vender los
cronistas de librea a través de un mentiroso citymarketing histórico.
Hoy día, propugnamos más que por la llegada de nuevas y rebuscadas marcas
de ciudad, de rocambolescos íconos urbanos y ciudades emblemáticas y
vanguardistas hechas desde el escritorio de publicistas light, urbanistas
decadentes y arquitectos mediocres, por el advenimiento de la nueva utopía
ciudadana que responda a esas insurgencias paradigmáticas sobre la forma
de ver, sentir y pensar la ciudad desde una perspectiva ecosófica y sustentable:
ecoeficiente en sus modelos de planeación y gestión urbanos; democrática
en cuanto a sus sistemas de participación comunitaria; humana y solidaria
frente a las necesidades de su gente…
Cívica y proactiva anteponedora del bienestar social sobre el mórbido
utilitarismo individualista; integradora y sinérgica frente al deseo cooperizante
del sector oficial y privado; crítica y propositiva frente a sus realidades ecosocio-sistémicas;
articuladora de consensos y disensos, consonancias y
disonancias, protagonismos y antagonismos, convergencias y divergencias,
diacronías y sincronías; imbricadora de sueños, razones y acciones… una
utopía que aún en su irreverencia e iconoclastía es incluyente, heterónoma,
pluralista, alterativa y etnoperiférica.
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