libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
En el proceso creciente e inexorable de escolarización universal, se han
implementado modelos paternalistas y asistencialistas de diferente cuño que
confunden intencionalmente calidad con cobertura y pertinencia y reducen,
de manera vergonzosa, los modelos educativo y pedagógico a un simple
proceso operativo de escolarización. A veces los gobernantes de turno y sus
obsecuentes secretarios de educación les hacen creer a confundidos padres
y despistados maestros que el derecho a una educación con calidad es una
dádiva generosa y altruista de un mandato del cual se jactan. Este modelo
de desescolarización a todas luces es gregario y disfuncional y sólo gira
alrededor de unos contenidos asignaturistas insípidos y un disciplinarismo
a ultranza que deja entrever las grietas que deja el desarraigo y la violencia
escolar.
La escuela actual ha sido ensamblada y sublimada con el mito del progreso,
salmodia que se entona en las liturgias pedagógicas donde se canta el ¡Oh
sanna! de la globalización y el aperturismo neoliberal, mientras la institución
escolar anda a la zaga del avance científico-tecnológico, apática y tediosa,
constreñida y obnubilada por el avance vertiginoso y fantasmagórico de las
tics; henchida de una ética farsaria, soberbia, depredadora y ecocida la cual ha
permitido que sus agentes educativos sean enajenados por una racionalidad
cientifista y técnico-instrumental y una escolaridad instruccional que
“forma” sujetos-objetos tecnocratizados.
Se asegura que serán las clases sociales medias y altas las que podrían optar
en un futuro por un modelo escolar alternativo al tradicional. Surge entonces
una pregunta inquietante: ¿quedará la escuela como institución solamente
para las clases desfavorecidas? ¿Se abrirá una brecha social a partir del
surgimiento de otro modelo de formación más allá de la brecha digital?
El estudiante del siglo XXI dispone de múltiples recursos e innumerables
posibilidades de aprender: televisión, radio, música, juegos electrónicos,
informática, todas las posibilidades que aporta internet y, desde luego, la
familia, los grupos de discusión y la cultura callejera.
El conocimiento ya no está solamente en las instituciones escolares ni desde
luego en los libros de clase o en el profesor. Los fenómenos socioculturales
del nuevo siglo le han restado poder, compromiso y responsabilidad a la
institución escolar trasladando todo ello a los medios de comunicación
considerados desde los lejanos años 60, los padres putativos de generaciones
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