libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
Las utopías ciudadanas han jugado un papel histórico: han sido protagonistas
de su tiempo, han transformado la realidad sociopolítica y han sido
constructoras de futuro. En su “Teoría de la Acción Comunicativa”, Jürgen
Habermas, establece una vinculación entre el pasado, el presente y el futuro,
y plantea que la utopía es posible en la medida en que se sepa extraer del
pasado la potencialidad necesaria para que éste pueda generar oportunidades
de futuro deseados.
A través de tiempos y latitudes se han producido egregias expresiones utópicas:
“La República” de Platón (370 A. C.); “La ciudad de Dios” (“Civitas Dei”)
de San Agustín (426); “Cristianópolis” de Johan Valentín Andrea (1619);
“La Ciudad del Sol” (“Civitas Solis”) de Tomás de Campanella (1623); “La
nueva Atlántida” (“New Atlantis”) de Francis Bacon (1627); “Oceana” de
James Harrington (1656); “La isla de Tamoe” del marqués de Sade (1788);
“Nueva visión de sociedad” de Robert Owen (1814); “Nuevo Cristianismo”
de Henri de Saint Simon (1825); “El nuevo mundo amoroso” de Charles
Fourier (1832)…
“Viaje a Icaria” de Ettiene Cabet (1842); “El Paraíso Terrestre” de William
Morris (1881); “Locking Backward” de Edward Bellamy (1887); “Una utopía
moderna” de H. G. Wells (1905); “Un mundo feliz” (1932) y “La isla” (1962)
de Aldous Huxley; “Shangri La” de James Hilton (1933); “Walden dos”
de B. F. Skinner (1948); “1984” de George Orwell (1948); “Farenheit 451”
de Ray Bradbury (1953); “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand (1957); “La
tercera ola” de Alvin Toffler (1979); “Las Metopías” de Rubert de Ventós
(1983) y “La paradoja global” de John Naisbitt (1995), entre muchas.
La utopía desde Platón hasta Henri Lefebvre (“El Derecho a la ciudad”,
1973), ha sido pensada en y desde la ciudad por ser ésta la que más refleja la
complejidad social y humana. El término utopía aparece en 1516 en un libro
de un monje inglés: Tomás Moro (“Sobre la mejor condición del Estado y
sobre todo la nueva isla de Utopía”). Allí no sólo se criticaban las injusticias
sociales y los desafueros políticos de la época, sino al mismo tiempo se hacía
una propuesta sobre una sociedad ideal, localizada en un lugar imaginario:
la isla de Utopía.
Ese humanista inglés imaginaba una ínsula donde sus habitantes vivirían
bajo un régimen ideal en el cual los intereses colectivos primarían sobre los
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