libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
C. LA RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO
“El ser humano es torpe, deslumbrante, competidor, suicida, menesteroso,
inagotable, ruin, magnífico, egoísta, insustituible. El ser humano es, a la vez, Caín y
Abel. Eso es lo que tenemos. Eso es lo único con que contamos. Estamos hechos con
la humilde y gloriosa madera de los sueños. Y con la madera se puede construir un
laúd o un patíbulo.”
Antonio Gala, escritor español.
La temática sobre solución de conflictos es tan antigua como la humanidad.
Las cosmovisiones de los pueblos prehistóricos dan cuenta del esfuerzo de
estas culturas por resolver sus antagonismos vitales muy adscritos a sus
condiciones materiales y sociales de existencia: Anshar y kishar trayendo la
armonía entre los asirio-babilonios; Vishnu y Siva, Rama y Ravana librando
el eterno litigio hindú entre el bien y el mal, la vida y la muerte…
El Yin y el Yang chinos, el Izanagi e Izanami japoneses simbolizando la
tierra y el cielo, los principios de lo masculino y lo femenino; Ormuzd o
Ahura-Mazda y Ahriman o Angro Mainyuz personificando la verdad y la
mentira, la virtud y el crimen, la felicidad y la desdicha en el Mazdeísmo
Persa y las imponderables figuras griegas de Urano y Gea, Cronos y Rea, el
Caos y el Éter como símbolos de lo infinito y de lo finito... son entre otros,
los testimonios inmemorables de un mundo dialéctico y conflictivo.
Algunos nos hemos deleitado con la versión milenaria de Gao Yuan: “Las
36 estrategias chinas, una antigua sabiduría para el mundo de hoy”. Hemos
entresacado algunas de sus argucias alegóricas:
Cruzar el mar, confundiendo el cielo. Sitiar el reino de Wei para salvar el
reino de Zhao. Pedir un arma prestada para matar al verdadero enemigo.
Relajarse mientras el enemigo se agota a sí mismo. Observar los fuegos
que arden al otro lado del río. Ocultar la daga tras una sonrisa. Sacrificar
el ciruelo por el melocotonero. Levantar un cadáver de entre los muertos
(servirse de un cadáver para revivir un espíritu). Reemplazar las vigas y los
pilares con madera podrida. Retirar la escalera después de haber subido.
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