libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Nuestra supervivencia depende de esa habilidad que todos poseemos para
capturar inteligencia, convertirla en conocimiento útil, establecerla como
aprendizaje y comunicarla.
El amor inmaduro idealiza al otro que entra a personificar la perfección y
se convierte en garantía de felicidad. Es un sentimiento de dependencia que
comparte el miedo a perderlo.
La vida es lo que nosotros hacemos con ella, tal y como la percibimos con
todo nuestro ser. La peor desgracia es el abandono y la ignorancia de uno
mismo.
Hay personas que no sufren tanto porque quizás han hecho elecciones más
inteligentes y acciones más respetuosas, creativas, amorosas y compasivas.
Ese miedo de perder, nacido de una asfixiante obsesión, nos vuelve inseguros
y por ende, agresivos: nos hace perder y nos vuelve perdedores.
Nuestra incertidumbre nos empuja hacia un mañana hecho de instantes
amorosos que tenemos que crear, cuidar, hacer crecer, perdurar.
Nadie nace de ser temeroso de ser quien es. Eso se aprende poco a poco y de
manera paradójica, de la mano de quiénes más queremos.
No se trata de extraer y almacenar información: debe ser valorada y
distribuida siempre como una fuente de ventaja competitiva.
El arte de escuchar nos enseña a abrir puertas interiores que nos permiten
acceder a la cámara de nuestros tesoros escondidos.
El amor es ese sinuoso trayecto que nos conduce hacia los demás. Debemos
hacer lo que amamos y amar lo que hacemos.
Escucharse a uno mismo resulta fundamental para vivir la propia vida en vez
de seguir el guion que marcan los demás.
El síndrome del todo o nada consiste en una disimulada manera de evitar
aquello que se teme.
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