libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
B. SEMBLANZA
EL PACTO DE LAS CATACUMBAS
El mundo se apresta a conmemorar los 50 años del Concilio Vaticano II
(1962-1965), un acontecimiento rememorativo en la historia del siglo XX
cuya influencia ideológica sigue siendo decisiva en la vida social y política
de las naciones del tercer mundo. Figuras memorables tales como la de dos
papas que lo presidieron (Juan XXIII y Pablo VI), teólogos de la talla del
sacerdote suizo Hans Küng, el dominico francés Yves Congar, el jesuita
galo Henri de Lubac y Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) al igual que una
constitución pastoral (“Gaudim et spes”) y una encíclica papal (“Pacem in
terris”), son aspectos trascendentales de dicho concilio.
El Pacto de las Catacumbas fue otro hecho histórico que muchos han tratado
de soslayar. En las postrimerías del evento ecuménico, 40 obispos firmaron
este documento en una solemne liturgia celebrada en las catacumbas de
Domitila, una necrópolis subterránea de los primeros años de la Roma
cristiana. Esta sentida y revolucionaria proclama dio origen a la Teología de
la Liberación en 1969, doctrina que se convertiría al igual que las encíclicas
“Populorum Progressio” (1967) y “Humanae Vitae” (1968) de Pablo VI (“El
apóstol de los obreros”), en la plataforma ideológica de los movimientos
políticos y libertarios que sacudieron a América Latina en la década de los
70.
La lista es interminable y este artículo se convierte en un sencillo y corto
homenaje a esos prelados que dejaron su testimonial ideario de rebeldía y
fraternidad en la conciencia de los hombres y mujeres libres de América. El
brasilero Helder Cámara (“El obispo rojo”), promotor de la “No violencia
activa”, fue uno de los firmantes del acuerdo resumido en 13 puntos. Junto
a él están los obispos argentinos Alberto Devoto, Vicente Faustino Zaspe y
Enrique Angelelli que lideraron en 1976 la lucha contra la dictadura militar.
No podemos olvidar al obispo y mártir salvadoreño Oscar Arnulfo Romero,
defensor de los derechos humanos, Camilo Torres (el cura guerrillero), los
sacerdotes de la Golconda y al teólogo nicaragüense Ernesto Cardenal y su
poesía revolucionaria.
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