libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
Sin desconocer las disquisiciones relevantes sobre la “polis” la “urbs” y la
“civitas”, de los filósofos e historiadores griegos; de Tucídides, Plutarco, Tito
Livio, Suetonio, Cicerón y Justiniano y otros y las grandes utopías medievales,
renacentistas y modernas, los estudios sobre la ciudad irrumpieron en el siglo
XIX. Se destacan los estudios de Fustel de Coulanges (“La ciudad antigua”,
1864), Adna Ferrin Weber “El crecimiento de las ciudades en el siglo XIX”
(1899) y Charles Boor (“Vida y trabajo de la gente en Londres”,1889), entre
otros. Los primeros análisis sobre planeación urbana y educación se debieron
al biólogo inglés Patrick Geddes (1905) quien introdujo los términos de
“región” y “connurbación” e influyó más tarde en las propuestas sobre
“ciudades jardín” del urbanista británico Howard Ebenezer y del historiador
y urbanista estadounidense Lewis Munford y el arquitecto modernista
francés Le Corbusier.
El concepto de ciudad no sólo no ha logrado consolidarse como tal, sino
que no ha podido cumplir sus funciones históricas: al comienzo fueron los
diseños arquitectónicos amurallados para protegerla de las hordas enemigas;
después delimitaciones geográficas para evitar crecimientos desmedidos y
por último, demarcaciones territoriales con sus tristemente célebres “muros
de la infamia” para controlar los flujos y reflujos poblacionales. El vertiginoso
desarrollo de las comunicaciones rompió las fronteras nacionales y las
anacrónicas demarcaciones geográficas, haciéndose muy familiar el tema
problémico de la globalización.
El desbordado crecimiento poblacional caótico, conflictivo, ecocida,
inseguro y violento, ha hecho que aparezcan como inocuas, disfuncionales
y vetustas las actuales propuestas sobre planificación y administración
urbanas, control coercitivo y cultura ciudadana. Los especialistas, sin
renunciar a la prospectiva arquetípica de ciudad-región, apelan a modelos
ecológicos orgánicos, funcionales, integracionistas; a círculos concéntricos
urbanos y a unidades intermedias ecoeficientes y autorreguladoras; unidades
urbanas autosuficientes, limitadas en tamaño y extensión que resuelvan los
problemas de congestión y dispersión.
Paralelamente al proceso de globalización económica, hemos sido
protagonistas de un proceso de globalización socio-cultural con la consiguiente
resignificación de conceptos y valores. Los medios de comunicación y otros
factores contribuyen a que cada vez, el individuo esté más integrado con
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