libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
• Nuestra vida transcurre de manera pendular y enajenante entre fijismos
egocéntricos y alienantes masificaciones donde no hay espacio para
el diálogo alterativo. Ahogados en un silencio tóxico, hemos asumido
actitudes contrarias a nuestros valores y principios y carentes, por ende,
de compromiso.
• El escritor noruego Jostein Gaarder señalaba los contrasentidos relativistas
de nuestras creencias: si creemos en los dogmas y las prescripciones del
Cristianismo o del Islam, a ello lo llamamos fe; pero si creemos en la
Astrología, los duendes o el viernes 13, lo consideramos superstición.
• No sabemos ni queremos medir el alcance insospechado de nuestras
exuberantes realizaciones porque tememos enfrentarnos a nuestras
interpelantes realidades. Intentamos desconocerlas disfrazando nuestra
incapacidad con una fastidiosa y ostentadora autosuficiencia.
• Escuchar para conocerse; conocerse para confiar en uno mismo; confiar
en sí mismo para salir de nuestras zonas rutinarias y de confort; salir de
la rutina para arriesgarse a explorar territorios inciertos; explorar para
comprender y (re) aprender; aprender para crecer y vivir conscientemente.
• Cuando contemplemos en un futuro no muy lejano la forma como hoy
afrontamos nuestras conflictivas crisis y las oportunidades de crecimiento
que traen nuestras situaciones problematizadoras, nos preguntaremos
cómo diablos fue posible tanta ignorancia, estulticia e intolerancia.
• La memoria histórica y colectiva se convierte en una carga culpabilizadora
que busca nuevos chivos expiatorios: los neonazis culpan a los judíos
de su derrota bélica y los judíos, a su vez, subliman los vejámenes del
holocausto descargando su soberbia sionista sobre los palestinos.
• Cuenta una fábula antigua que esto le contestó el cráneo a un viajero
preguntón: “Entre los muertos nadie es rey ni súbdito; allí no hay verano
ni invierno; nadie conoce una felicidad más perfecta que la nuestra…
¿Quién quisiera regresar a los trabajos y penalidades del mundo de los
vivos?”.
• Las certezas etnocéntricas de hoy, legitimadas por la intencionalidad
sociocultural del grupo dominante, se convierten en las supersticiones
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