libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
de contribuir en la construcción de una conciencia cívica y ciudadana como
condición indispensable para la consolidación de procesos pluralistas,
interactivos y participativos.
La construcción de un espacio educativo donde haya un cruce de
caminos entre lo pedagógico y lo ético, es decir, un escenario regido por
principios morales universales, consensualmente aceptados es, tal vez, la
condición necesaria para hacer, desde el ámbito de lo educativo, un aporte
real a la construcción de un mundo más justo y libre, de una sociedad
democrática y participativa que rija su comportamiento individual y social
por dichos principios no sometidos a degradación alguna por caprichos e
intereses locales, foráneos y/o minoritarios.
Hablamos entonces de la necesidad de convertir la escuela en un
escenario de paz y convivencia. La escuela como institución socializadora
por excelencia, debe constituirse en un escenario de construcción ética en
la que se forman sujetos morales capaces de soñar un proyecto asuntivo de
humanidad y de orientar su vida hacia la construcción histórica y local de
dicho proyecto universal.
¿Cuáles son entonces nuestros propósitos sobre la institución escolar
al pensarla desde la perspectiva de la paz y el respeto por los derechos
humanos?
Hacer de la escuela un escenario donde necesitamos crear, promover
y resignificar interacciones cotidianas reguladas por principios universales
en escenarios de consenso; potenciadoras del espíritu crítico, de la vivencia
en la diversidad, de la justicia, de la libertad, del respeto, de la solidaridad,
de la tolerancia activa, del amor a la vida de sí mismo y de los otros…
Un lugar donde se implementen y se jalonen procesos orientados
al fortalecimiento de la autonomía moral que permitan la construcción
de un proyecto ético-antropológico de hombres y mujeres autónomos y
de comunidades educativas en las cuales sus miembros puedan desplegar
su sentido de humanidad; seres humanos, sujetos históricos cargados de
eticidad suficiente para lograr que en su ciudades – región haya paz, justicia,
equidad, libertad y donde la dignidad humana deje de ser una quimera y
sea la leit motiv consuetudinaria que motiva la construcción de un nuevo
programa de vida.
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