libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
estandarizados. La mejor manera de excluir al otro es no considerarlo como
un interlocutor válido, desconocerlo como otro legítimo y deseable en la
convivencia. No podemos participar en este misterioso acto de vivir con la
esperanza de lograr y proporcionar felicidad a menos que comprendamos
unas cuantas reglas muy sencillas de convivencia.
La Carta Magna de los Derechos del Niño (1919) y la Declaración de Ginebra
(1924), abrieron la discusión sobre los padecimientos de la niñez en el mundo.
Después de un silencio de 70 años, 193 países suscribieron la Convención sobre los
Derechos del Niño (CDN). Los 54 artículos que componen aquella fría declaración,
reconocen 10 derechos a más de 2.000 millones de ellos: respeto a su dignidad, buena
alimentación, vivienda digna, atención sanitaria, educación, juego y recreación,
estímulo al crecimiento, comprensión y cuidado, protección y socorro en el conflicto
armado y apoyo al discapacitado.
Todas las Cartas, Declaraciones y Manifiestos se han convertido en un sartal de
piadosas y engañosas intenciones frente a la cruenta y oprobiosa realidad que viven
nuestros niños. 2 millones de niñas (5 y 10 años) vendidas como esclavas sexuales;
1.000 contagiados diariamente por el virus del SIDA; 1.000 millones sobreviviendo
con menos de 2 dólares diarios; 100 millones por fuera del sistema escolar; 100
millones muriendo antes del 5º año de vida; 30 millones entre refugiados y
desplazados; 10 millones condenados al trabajo forzado, la prostitución y la guerra;
1 de cada 4 menores de 5 años muriendo de hambre y desnutrición, 5.000 muriendo
diariamente por beber agua contaminada.
40 conflictos bélicos acaecidos en los últimos 15 años restaron la posibilidad de
educar a 30 millones de niños en todo el mundo. El 42% de los menores en edad de
cursar los primeros años de enseñanza, no asiste a una escuela. Estudios realizados
por el Banco Mundial, BID, UNESCO, OEI y PREAL (Programa Promocional
de Reforma Educativa en América Latina y el Caribe), coinciden en señalar la
crisis educativa que padecemos como factor determinante de la baja productividad
latinoamericana. El 40% del estudiantado que culmina el nivel de Básica Primaria
no comprende un ensayo de 500 palabras.
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