libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
y contingente; instaurar una mirada más comprensiva de lo fenoménico,
alterativo y temporal; forjar una construcción de sentido que no eluda
intersticios, ahonde en fisuras, trabaje desde la diversidad, la diferencia y la
otredad, lejos de la semejanza, la subsunción y la mismidad: “un pensar en
escorzo, abierto, conjetural y divergente”.
Humberto Eco afirma que la ética comienza cuando los demás entran en
escena y nos vemos “obligados” a defender y a fundamentar las propias
decisiones bajo la mirada ajena. Entonces ser ético es descentrarse y
ponerse en los zapatos del otro lo cual implica realizar un movimiento
mental de complejidad creciente: descentrarse; adoptar momentáneamente
la posición del interlocutor; identificar su punto de vista y reconocer sus
intereses particulares; regresar a la propia opinión con la nueva información;
confrontar intereses y tratar de congeniar los motivos individuales con los de
la otra persona.
Peter Singer, un eticista judío australiano, afirmaba: “Sólo después de tener
en cuenta los intereses y preferencias de toda esta gente (amigos y enemigos,
familiares y desconocidos), sigo pensando que la acción es mejor que
cualquier otra alternativa, puedo genuinamente decir que la debo llevar a
cabo”. Descubro al otro, mientras me descubro a mí mismo. Sólo sé quién
soy en la relación que establezco con los demás. No hay yo sin nosotros…
Es el mundo compartido del que habla el filósofo Max Séller. Reconocer al
otro como sujeto es asumir la intimidad ajena y reafirmar la dignidad como
un derecho no negociable.
La conducta moral responde a la pregunta: ¿Qué debo hacer? La conducta
ética responde a la pregunta: ¿Cómo he de vivir? La ética es pensar sobre
lo que pienso y siento. Comte-Sponville lo expresa claramente: “¿Quieres
saber si tal o cual acción es buena o condenable? Pregúntate que ocurriría si
todos se comportaran como tú”. Es la primera fórmula del deber de Kant.
“Hacer el bien y sentirse dichoso” decía Spinosa. Sin la presencia del otro,
mi humanidad empieza a tambalear.
Abordar este espinoso tema permite hurgar otros tópicos: soledad, finitud,
mismidad, alienación, desarraigo, vulnerabilidad y otros más. La soledad
del abandono como negación de la otredad se expresa en la alienación del
“alumno”, la discriminación del raro, la marginación del indigente, el oprobio
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