libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Allí, el mundo de los instintos, intuiciones, percepciones, emociones y
sentimientos considerados elementos débiles e inocuos, muy propios de
su personalidad femenina, se diferenciaron con el tiempo, a través de un
falso estereotipo de género, de las ideas, conceptos, juicios y raciocinios,
sello indeleble que lleva la categorización histórico-cultural del rol de lo
masculino. Allí, el esfuerzo y el sufrimiento se confundieron con la soberbia
y el poder; allá, la vocación y la virtud de la mujer en su papel de dama de
compañía, escoltaron la supuesta capacidad e inteligencia del hombre en sus
gloriosas gestas llenas de virilidad y grandeza.
Atrás quedaron las deidades matriarcales de Willendorf y Lespugue; también
perdieron todo su brillo y esplendor las ménades, amazonas, sílfides, ninfas
y hadas; vestales, walquirias, vírgenes y doncellas encantadas; pitias, sibilas
y profetisas… que obligan a un pensador a decir que la mujer es anterior a la
cultura y ella la funda. “Por ella amanece y se mantiene, sin ella sigue siendo
todo tan oscuro”.
Pocos han querido describir y analizar con el rigor con que se estudian los
acontecimientos históricos, llámense movimientos revolucionarios o gestas
por la independencia, las luchas que ha librado la mujer por su reconocimiento
y protagonismo en el mundo de lo social. Desde su papel libidinoso y
fementido en los textos sagrados de las grandes religiones, pasando por el
desempeño de bruja o cortesana en las piadosas hogueras inquisitoriales
o en los fatuos palacios medioevales, hasta llegar a ocupar la posición de
ciudadana de segunda clase, de obrera o campesina triplemente explotada o
de mujer objeto - mujer cosmético en el mundo de la modernidad.
Es hora de ir tras la búsqueda de la feminidad perdida, más allá de esa mujer
que se vende, hoy día, como mercancía en el burdel o en el cartel publicitario
sin querer darse cuenta de su degradación y su deshonra; más allá de la
mujer light e hiper-mega-sexi, una super-show-woman cuyas luchas genitales
descuellan a través de las páginas triviales de los diarios y las morbosas
pasarelas de los centros comerciales. Es hora de reivindicar el ser de la mujer
más allá de la lucha bizantina y estólida que pretende reducir la utopía de
lo femenino a una discusión efímera sobre enfoques protagónicos que van o
vienen y que se resguardan en un falso culto a la diferencia o a la igualdad.
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