libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
imperativa, general y glamorosa que etiquetó la actitudes, alguna vez,
irreverentes y libertarias con términos lapidarios que a su vez marmolizaron
los valores: felicidad, respeto, honestidad, honradez, responsabilidad, paz,
tolerancia y solidaridad.
Rechazamos todo intento de acallar nuestra voz, aquietando el paroxismo
de las palabras que estrepitosamente luchan por salir; el hecho de proscribir
cualquier exaltación de ánimo que subvierta el escolástico y austero orden de
la hermenéutica y la axiología, recluyendo nuestra subjetividad apasionada
y contumaz en los parajes exiliantes del absurdo y la locura; la acción de
reprimir el tímido intento de nuestra opinión que interroga y reclama su
derecho conculcado por el altivo sátrapa del saber absoluto.
Impugnamos la actitud filistea de exorcizar nuestros filosofemas por ser
ellos, presuntamente, la summa diabólica y compiladora de la liturgia negra
del aquelarre donde se entonan los herejes, marginales y sombríos salmos de
la condición humana; la intención dolosa de abuchear la abstrusa sinfonía
de la existencia por estar llena de sonidos discordantes y estentóreos que
escandalosamente ruidizan la fastuosa y sobria eufonía del Cógito.
Rechazamos la tarea inquisitorial de reprobar por inoportunos, nihilistas
e insolentes, los exigentes e irreverentes interrogantes que cuestionan las
verdades apodícticas de los breviarios filosóficos oficiales. El acto pertinaz de
impugnar al libertario e incorruptible razonamiento que no acepta el virginal
romance etéreo y supraceleste con la certeza y la evidencia y prefiere el
sublime y escandaloso contubernio, señalado como concupiscente y procaz
con la duda y la incertidumbre.
Hénos aquí dispuestos, confesando la vulnerabilidad que produce la
inseguridad, el temor y la duda, con estos riesgosos pensamientos y de la
mano de algunos pensadores malditos, a internarnos por el laberinto de la
subjetividad; prestos a recorrer los inciertos y oscuros parajes de nuestra
existencia racio-vitalista determinada por el errático y sinuoso mundo de la
circunstancia. Algunas veces nos encontraremos sumidos en la congoja y la
orfandad, prendidos quizás del imperceptible e ingrato hilo de una propuesta
filosófica; desorientados y expósitos otras más, con la ingenuidad propia de
un intruso que termina por volverse tierno huésped de la ilusión y eterno
compañero de la soledad minotáurica.
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