libro voces de la otredad

Las voces de la Otredad
EL GRITO DE KAZANTZAKIS
“No temo nada, no espero nada, soy libre”.
Epitafio de Nikos Kazantzakis en su tumba de Héraklion (Creta).
El director de cine chipriota Michael Cacoyannis (“Electra”, “Ifigenia” y “Las
troyanas”), cierra el triángulo de oro de la cultura helénica contemporánea al
lado de Mikkis Theodorakis (“Antígona” y “Epitafio”), el músico octogenario
que inmortalizó la danza vernícola del Zirtaki utilizada por los “indignados”
griegos ante la crisis económica de su país y Nikos Kazantzakis, el escritor
y filósofo greco-cretence más importante del siglo XX (“La última tentación
de Cristo” y “Alexis Zorbas”), quien murió en 1957.
Kazantzakis no solo los unió con su activismo humanista y político, sino
con la magia inolvidable de “Zorba el griego” (1964), una muestra fílmica
majestuosa de la filosofía descomplicada, irreverente y antifechitista de la
época que sintetizaba el viejo lema pitagórico: el amante de la sabiduría viaja
a pie desbrozando en la espesa cordura los parajes irredentos de la inefable
locura.
La cinta contiene una de las escenas más célebres de la historia del cine:
dos hombres bailan en una playa desierta. Su fuerza dramática proviene de
algo inusual: con su danza los protagonistas no celebran un triunfo, sino
una derrota. Zorba (Anthony Quinn) y un inglés (Alan Bates) inician un
proyecto minero en Creta, negocio que demanda dinero y grandes esfuerzos.
Al final, el proyecto se derrumba y sus sueños se desvanecen.
Zorba se sincera con Basil: “Jefe, le aprecio demasiado como para no
decírselo. Usted lo tiene todo, menos una cosa: locura. Necesitamos estar un
poco locos, porque si no… nunca nos atreveríamos a cortar la cuerda y ser
libres”. El inglés medita sobre estas palabras y sorprende a Zorba con una
extraña petición: “Enséñame a bailar”. Zorba con perpleja animosidad, se
pone manos y pies a la obra. Comienza la mágica danza y la cadenciosa y
cautivante música.
Con el baile, la tristeza se va desvaneciendo y se torna en energizante alegría.
El ritmo se va acelerando y la reciente debacle parece totalmente olvidada.
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