libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
B.SEMBLANZA
UNA UTOPÍA LLAMADA CAMILO
El 26 de junio de 1965, el cardenal Luis Concha Córdoba, férreo defensor del
Concordato y guardián de la heredad y los privilegios del clero colombiano,
acepta la renuncia de Camilo Torres a sus votos sacerdotales (“Solamente el
Señor sabe que mi decisión la he tomado fundamentalmente por amor a su
Iglesia y al pueblo que Él redimió”). Un día después, oficia su última misa en
la iglesia de San Diego. Allí reitera los postulados que defendió durante 10
años como capellán de la Universidad Nacional: “La razón y las costumbres
son en un pueblo libre, lo que las cadenas y los calabozos son en un pueblo
esclavo (…). Nuestro deber es hacer la revolución. Ella se convierte en una
necesidad para dar de comer al hambriento, beber al sediento y vestir al
desnudo”.
Atrás ha quedado su vida de monje dominico y su ordenamiento en 1954
(“La orden más atrasada del mundo”, según su madre, “ dueña y gestora
de la criminal Inquisición”, según el cura); sus estudios de Sociología en
la universidad de Lovaina; sus contactos con la Democracia Cristiana; sus
pláticas con los sacerdotes obreros y con los mineros belgas; su tesis de grado
(“La proletarización de Bogotá”, 1958); los diálogos con el abate capuchino
Pierre (“El ángel de los pobres”); su vida de obrero basuriego parisiense y
por fin, ese memorable encuentro con un grupo de cristianos que militaban
en un grupo revolucionario clandestino que luchaba por la liberación de
Argelia.
Luego vendrá su regreso a Bogotá en 1959 y sus oficios relapsos como guía
espiritual de la Universidad Nacional al igual que el proyecto “Plan piloto
del barrio Tunjuelito, Bogotá” (Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar),
pionero del método IAP (Investigación-Acción-Participación) en América
Latina. La creación de la cátedra y 4 años después, el Primer Congreso
Nacional de Sociología (1963) con su explosiva ponencia: “La violencia y
los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”. La gestación
de una obra memorable (“La violencia en Colombia”) con Orlando Fals
Borda, Germán Guzmán Campo y Eduardo Umaña luna, forma parte de
ese frondoso currículum vitae.
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