libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
Los movimientos comunitarios y sus idearios mutualistas jalonados por redes
sociales reivindicadoras del derecho a la prestación de servicios esenciales
(salud, educación y seguridad social), circunscriben sus exigencias a la
resolución de problemas inmediatos y locales, lejano todo ello a la necesidad
de efectuar cambios estructurales y prospectivos de carácter sociopolítico.
Ante el desbordado e inusitado crecimiento urbano caótico, ecocida,
inseguro y violento, aparecen propuestas focalistas, inocuas, disfuncionales,
anacrónicas y amañadas sobre planificación, ordenamiento territorial,
administración y control eco-urbanos, participación y cultura ciudadanas.
Se acude al cliché y a las modas terminológicas en materia de gerencia y
gestión urbanas para disfrazar una planeación errátil, burocrática (bureaucratos)
y tributarista. Al no tener un destino claro hacia el cual moverse,
la actitud resolutiva del urbanita y sus líderes, gestores y gobernantes, se
torna casuística, reactiva y cortoplacista. Comienzan a dar manotazos en la
oscuridad y el futuro deseado se convierte en una evocación romántica o una
“entelequia distópica”. El que no sabe para dónde va, cualquier camino le
sirve, reza un grafiti citadino.
¿Cómo transformar la ciudad? Habría que comenzar por reducir la huella
ecológica que ha dejado el afán consumista y depredador; hacerla más
habitable y resiliente, más respetuosa y amable; volverla más consciente de
la problemática ambiental que a todos compromete y responsabiliza; hacerla
partícipe de manera crítica y creativa del abordaje de temas problematizadores
tales como reducción de gasto y costo de bienes, productos y servicios;
deforestación y desertificación; calentamiento global y cambio climático;
inercia gremial, indolencia administrativa y dejadez académica frente a
la crisis socio-económica, energética o alimenticia; propensión a vivir en
ambientes estresantes, conflictivos, contaminados e inarmónicos.
No se superará la debacle actual mientras se siga pensando igual que aquella
vez cuando se creó el problema. Se hace necesario resignificar la categoría
“ciudad sostenible” a través de soluciones concretas, posibles y oportunas
que redunden en el logro de una alta calidad de vida: reducción de impactos
socio-ambientales; gobernanza fiscal y administrativa; cobertura y calidad
en la prestación del servicio educativo y de salud; mayor cohesión territorial
y socio-económica; equidad y justicia distributiva y restaurativa; planeación
participativa y democratización del conocimiento; entronización de una
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