libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
• En la vida cotidiana confluyen egos, conflictos y obligaciones que
interrumpen ese flujo feliz y nos hacen sentir fragmentados. ¿Por qué?
Tal vez se deba al afán por analizar, diseccionar la vida que lo ponemos
todo bajo el microscopio de la razón. Pero la realidad es un río cambiante,
como diría Heráclito, que no se deja encauzar y requiere un bote flexible
para navegar por ella. El arte de fluir enseña a abrirse a las experiencias,
a escuchar la intuición y desarrollar el potencial creativo.
• Estos aspectos forman parte del cuadro socio-patológico de la compleja
realidad que vive nuestro país: altos índices de violencia y delincuencia;
violencia intrafamiliar; pérdida de principios y valores; deterioro del tejido
emocional en diferentes segmentos de población; crisis de liderazgo;
climas organizacionales enrarecidos; incapacidad dialógica y resolutiva
de conflictos; falta de asuntividad; afrontamiento y decisoriedad frente a
una problemática determinada.
• La “nueva ciudad” no se refiere únicamente al crecimiento y transformación
física de los actuales asentamientos humanos sino a la consolidación de
nuevas formas de existencia y convivencia ciudadanas. Hoy por hoy se
abriga una enorme esperanza en el desarrollo cualitativo de las urbes: se
espera que con ellas se alcance un mundo más estable y equitativo, libre
de injusticias y conflictos, y se contribuya a la construcción de una paz
amplia y duradera.
• Cuando no tomamos conciencia de nuestros conflictos e intentamos
resolver nuestras contradicciones interiores de cualquier manera, la
realidad se encargará de representar ante nosotros nuestro mundo
conflictivo. Creemos que la madurez llega sólo mediante hondas y
cruentas fricciones, intensos conflictos, constantes combates dentro y
fuera de nosotros mismos… Al no ser seres de trascendencia, quizás, por
eso, es que nunca disfrutamos de ella.
• Nuestro mayor logro no consiste en superar de forma rápida y mágica
nuestros conflictos sino en aprender a aceptar la crisis como parte
necesaria de nuestro crecimiento, adquirir las herramientas necesarias
para atravesarla y vivirla como un proceso necesario y enriquecedor para
nuestro desarrollo como individuos y, a su vez, que podamos aceptar e
integrar sus aspectos luminosos y oscuros para tornarnos en seres sobrios
y coherentes.
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