libro voces de la otredad

Pedagogía del Conflicto y Cultura de Paz
corsé la sostiene recortándose sobre sus pechos desnudos: “El cuerpo aparece
herido y la gran soledad planea sobre el suelo árido y resquebrajado”.
Algunos biógrafos sostienen que su mundo sáfico (Paulette Godard,
María Félix, Georgia O`keefe) al igual que sus lances amorosos, furtivos,
abiertos y/o clandestinos (León Trotsky, Nickolas Muray), son expresiones
actitudinales contestatarias frente al machismo, el desamor y la infidelidad de
“su bebé” que laceraban la ardiente sensibilidad de Frida. Esa personalidad
controvertida ya se anunciaba en algunos de sus cuadros (autorretratos
dobles y “Dos desnudas en el bosque”).
Hoy día es un símbolo de absoluta transgresión. “Lo más es obtener
cualquiera de sus autorretratos”. Sophia Faucher, escritora y actriz (“Qué
viva Frida”), califica a Kahlo como una “mujer moderna, visionaria y actual,
provocadora e incluso delincuente”. “Su estilo es ácido y tierno, duro como
el hierro y delicado y fino como el ala de una mariposa, adorable como
una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más implacable de la vida”,
afirmaba Diego de Rivera extático frente a su mundo surrealista, sencillo e
introspectivo.
Su pasión por la vida, su exacerbado nacionalismo, su fervor por la
causa indígena (“la raza cósmica” la llamaba su maestro y amigo José de
Vasconcelos); su fe en los ideales de la revolución mexicana, la ardentía de
su militancia política… todo ello la mantuvo aferrada a la vida y a encontrar
en su acerada voluntad y en su pintura onírica y creativa, una manera de
enfrentar la ausencia, el olvido y la muerte, aquellas odiosas trillizas. Frida
muere el 13 de julio de 1954, a la edad de 47 años. Las últimas palabras en
su diario registran la inexorable despedida: “espero que la marcha sea feliz
y espero no volver”.
Es velada en la “Casa Azul”; es llevada luego al Palacio de Bellas Artes
y después cremada, según su deseo. Al avanzar su cadáver por las varillas
de hierro hacia el calcinante fuego, Frida quizás ya no puede escuchar las
canciones que entonan su compungido marido y sus amigos: “Adiós mi
chaparrita”, “Adiós Mariquita linda” y “La Barca de oro”. Las cenizas de
“la mujer de Diego Rivera” son puestas en la recámara de la Casa Azul. Tres
años más tarde, muere “el marido de Frida Kahlo”.
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