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Joaquín Trincado<br />

Examina Pilatos las acusaciones y se vuelve a los acusadores y dice:<br />

«Si otra cosa no tenéis, este hombre es inocente; y nada tengo que hacer con<br />

él en este asunto». «Ha blasfemado» -prorrumpieron-. «Nada importa eso a<br />

la ley civil» -contestó Pilatos-. «Quiso derribar el imperio» -objetaron-. «No<br />

es verdad» -dijo Pilatos y lo declaro inocente de todas vuestras acusaciones».<br />

Todo lo que pasaba en el Pretorio lo sabían los sacerdotes por los<br />

chasques que de palabra en palabra les llevaban: y viendo el caso perdido,<br />

lanzaron al comprado populacho a las puertas del pretorio y con estentórea<br />

voz gritaban «¡crucifícalo! ¡crucifícalo! Pilatos sale a la galería y le dice<br />

al pueblo: «Este hombre es inocente». ¿De qué le acusáis? ¡Crucifícalo!<br />

¡crucifícalo! caiga su sangre sobre nuestras cabezas y las cabezas de nuestros<br />

hijos... fue la contestación. Pasemos de largo muchas minuciosidades.<br />

No es cierto que Jesús subiera al calvario con la cruz a cuestas, ni<br />

lo intentaron, porque no habría llegado por su estado que apenas andar<br />

sostenido podía.<br />

Sí, lo vieron las mujeres que lo seguían y Juan y Jaime, desgarrados,<br />

lo acompañaban de cerca.<br />

A las 12 del día Viernes 27 de Marzo del año 33, cortaban el aire los<br />

ecos de los martillos clavando a Jesús de pies y manos y la cruz es levantada,<br />

con un grito de horror.<br />

Una mujer, pálida como la muerte, sube la cuesta y ya el monte está<br />

desierto. Un joven de 23 años se arroja al pie de la cruz, pone su mano sobre<br />

la piedra que recibe la sangre de su hermano y levantando la otra mano al<br />

cielo, clama: «Hermano mío, juro al Dios vivo quitarle los cargos del Cristo».<br />

María se abalanza con los brazos tendidos y oye de Jesús: «Mujer he<br />

ahí a tu hijo; ese es el que ahora necesita de ti», era Jaime.<br />

María se abraza a Jaime y las otras mujeres con Juan y Pedro que<br />

llegó avergonzado y abatido, rodea al grupo de Jaime y su madre, que los<br />

salpicaba la sangre que corría por la cruz.<br />

Jesús ha caído en un desmayo, su espíritu ya no estaba allí.<br />

Se acercaban las tres, cuando llega el soldado Longinos y rasgó el<br />

pecho de Jesús para ayudarle a morir antes. Longinos no lo hizo con maldad<br />

y no miró al clavar la lanza y no hirió el corazón.<br />

Jesús al sentir el dolor del desgarrón, reaccionó y exclamó: ¡Helli,<br />

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