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Joaquín Trincado<br />

Hay aún un punto que ha escapado a la vista de los jueces en las convulsiones<br />

sociales y es que, para que un hombre o varios cientos, alteren el<br />

orden, es porque es un mal epidémico y la protesta está en la mayoría de<br />

los individuos; pero que los más sensibles son arrastrados por esa atmósfera<br />

Psíquica y más conscientes de su deber, lo exponen de palabra o por escrito,<br />

y mueven a la masa misma que creaba la atmósfera Psíquica, que hería su<br />

sensibilidad.<br />

Pues bien; en este caso Ipso-Facto, se encarcela o se deporta a esos<br />

llamados promotores revolucionarios, siendo así que, en verdad Psicológica<br />

el promotor único y verdadero es el estado todo, que no previno a tiempo y<br />

dejó crearse la atmósfera que forzosamente traería la tempestad.<br />

Si todos trabajaran, si al trabajador no le faltara lo necesario a la vida<br />

del cuerpo, y se le diera la moral necesaria, alimento del alma, no se rebelaría<br />

su espíritu, porque habría armonía social.<br />

Entonces llegamos al sabio proverbio que nos enseña que “Más vale<br />

prevenir que corregir”.<br />

Párrafo III<br />

Deberes del Estado<br />

Queremos inculcar que el estado no es un gobierno. El estado, repetimos,<br />

es la federación de todos los individuos del territorio con todos sus<br />

emolumentos, seres y enseres, bienes móviles e inmóviles, lo que quiere<br />

decir categóricamente, que el estado es el pueblo.<br />

Entonces, los deberes todos del estado son del mismo estado. Y su<br />

primer deber es, elegir la persona digna que lo ha de representar. Si malo<br />

es el estado, malo será su mandante, y no es bueno un estado que abandona<br />

ese primer deber y lo aprovecha el político ramplón, apoyado por el inmoral<br />

parásito.<br />

¿De qué se queja, pues, el pueblo, de que lo azoten, lo vituperen y le<br />

nieguen sus derechos? Dése el pueblo el gobierno que cumpla la voluntad<br />

soberana de la mayoría que siempre fue, es y será el trabajador. ¿Acaso es<br />

necesario algaradas ni revoluciones? Cuando un pueblo se levanta como un<br />

solo hombre, impone su voluntad; para ello no creáis más que en vuestras<br />

obras de moral fraternal. No oigáis el que os promete cielos o amenaza<br />

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