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FilosoFía <strong>austera</strong> <strong>racional</strong><br />

Lo que vamos a aclarar simplemente.<br />

1º.-El derecho de integridad física, es el más fundamental de los derechos<br />

correlativos a los deberes morales y de justicia. Este derecho no ha<br />

sido reconocido ni consagrado ley, hasta que ha sido sustituida la venganza<br />

privada y penas del talión; pero no ha sido aún arrancado de los hombres,<br />

porque no se le educó a ese fin y por que los estados religioso y civil lo<br />

absuelven o envuelven, cuando muy a menudo es usurpado ese derecho por<br />

cualquier «holgazán» de su propio instinto y odio, o un mandado y pagado<br />

para quitar un estorbo a sus inconfesables fines de venganza, por cualquier<br />

causa. Podríamos citar millares de ejemplos de que bastó el deseo de la mujer<br />

de un semejante, para dejarla viuda y rodearla de peligros hasta hacerla<br />

rodar al fangal en que ellos vivían; por lo que aún el derecho de integridad<br />

física existe en letra, pero muerta.<br />

2º.-El derecho a la fama y reputación, o juicio público favorable a<br />

una persona, se asocia a la dignidad del favorecido, formando el honor que<br />

reviste los caracteres de un valioso bien moral. La calumnia y la maledicencia<br />

suelen cebarse en el hombre moral, que le privan de ese legítimo derecho,<br />

que debe darle el respeto en la sociedad. Sucede casi siempre, empero, que,<br />

al humilde se le escatima y aun se le roba ese mérito, por envidiosos inútiles<br />

y son los más víctimas de esas injusticias, los autores de obras de valor<br />

moral y los inventores.<br />

A los primeros los suelen robar en general, «Los tinterillos y cagatintas»,<br />

como llamaba el gran Sarmiento a los Críticos ramplones, gacetilleros<br />

sin conciencia y serviles de los salones, y también, por literatos sin<br />

pensamiento. A los segundos, los roba en general el capitalista, que no se<br />

contenta con la ganancia de su mezquino dinero, sino que encabeza la firma<br />

industrial y, a la postre, el inventor apenas queda como Lazarillo del avaro.<br />

Está bien sentado aquello de que «Nadie tiene más fama que la que<br />

le quieren dar». Pero nosotros sentamos que, «Nadie juzga a otro, sino por<br />

lo que él es».<br />

3º.-El derecho a la familia. Es esta la fuente de los efectos más intensos<br />

115 Entiéndase en toda nuestra obra que al decir comunistas, significamos claramente “La Comuna de<br />

Amor y Ley”.<br />

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