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Joaquín Trincado
levitas le presentan leyes que él no quiere firmar y es entonces cuando
funda la Kábala mayor, entregando a los ancianos los secretos de la sabiduría
y no los entrega a los levitas sacerdotes. Y es otra prueba de que, la
religión, además de ignorancia, es maldad.
Pero la prueba matemática (permítaseme explicarlo así) de que el espiritismo
no es religión, nos lo da la misma religión.
Ésta adora a fetiches hechos de cualquier cosa y hasta de carne y hueso.
Requiere para ser religioso ser ciego, fanático e ignorante, desde que es
necesario creer lo que se antojará hacer artículo de fe al más desalmado y
desnaturalizado; y por fin, declara toda religión, que: “fuera de mí no hay
salvación» lo cual es una declaración de guerra.
El espiritismo luz y verdad, estudia, investiga, inquiere, pesa, analiza,
comprueba y hace axiomas y leyes, que deja al libre examen de los hombres
y no admite fanáticos, sistemáticos, dogmáticos, detractores, mixtificadores,
ni supercheros. Da camino a las ciencias y pide a los hombres,
obras por fe. Declara que, todos los hombres son hijos del creador y que
el infinito, es sólo una familia solidarizada, probándolo en que, hasta en
la tierra, se comunican los maestros de mundos perfectos relativamente,
porque la perfección no existe. No admite la maldad, ni la guerra, porque
declara a todos los hombres hermanos y trae para la mejor justicia, el régimen
de la comuna. Lo cual es la afirmación matemática de que, el espiritismo
no es religión.
Párrafo III
Para el espiritismo no hay nada oculto
Si Shet, evoca al espíritu y le aclara su pedido; si Moisés promete una ley
y llama y se la dan, con terrible solemnidad; si los profetas vaticinan para
su tiempo y más tarde; si Jesús promete al espíritu de Verdad el reinado
del espíritu y se ha cumplido, porque ya los hombres saben lo que son,
sólo por su espíritu; si Juan el apóstol (mal llamado Evangelista) hace su
apocalipsis y describe esta terrible tragedia humana, ocasionada por « La
bestia 666 y el dragón que se sienta en ella» cuenta (hasta esto) «Doscientos
millones de combatientes y que la sangre coloreará los ríos y llegará
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