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FilosoFía <strong>austera</strong> <strong>racional</strong><br />

mente nuestros estados internos de carácter Psíquico-fisiológico.<br />

Los signos visibles y especialmente los de nuestra fisonomía, los denominamos<br />

gestos y el conjunto de manifestaciones reflejos inseparables de<br />

las sensaciones, constituyen la mímica individual que en ningún ser es igual,<br />

por infinitas razones de todos los órdenes que es obvio enumerar.<br />

El estudio de la mímica ha dado un grandísimo fruto, en la comprensión<br />

de la educación de los sordo-mudos, que pueden seguir cursos intelectuales,<br />

como también por el sentido del tacto, se educa a los ciegos.<br />

Dicho en síntesis lo que es la mímica expresión de la sensación, vamos<br />

a considerar dos categorías de signos mímicos estudiados por Darwin de los<br />

que haremos párrafos aparte.<br />

Párrafo III<br />

Mímica defensiva<br />

Ya hemos visto en el párrafo anterior que todo movimiento reflejo,<br />

caracteriza un determinado fenómeno sensible, el que es provocado directamente<br />

por uno de los estímulos externos e internos del organismo y que<br />

seguramente tiende:<br />

A: A proteger el órgano amenazado o afectado por el estímulo: es lo<br />

que hacemos cuando inconscientemente cerramos los ojos para impedir la<br />

entrada de cuerpos extraños y de rayos luminosos más intensos que nuestra<br />

resistividad.<br />

B: A curar la lesión orgánica que ha producido el estímulo, como ocurre<br />

en el pestañeo, destinado a suavizar el tejido conjuntivo irritado por la<br />

introducción de una partícula hiriente, cuyo pestañeo, provoca las glándulas<br />

lacrimales que bañan el ojo facilitando la expulsión del cuerpo ofensivo.<br />

c: 0 bien a compensar los efectos perjudiciales de las impresiones<br />

demasiado intensas, por medio de otras que preservan a los centros cerebrales<br />

de congestiones locales: la risa, el llanto, los gestos desesperados, los desgarramientos<br />

de la piel o de los labios; el mesarse cabellos o arrancárselos,<br />

con todo otro movimiento que llama la atención requiriendo auxilio, son<br />

movimientos destinados a restablecer el equilibrio nervioso, alterado por<br />

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