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El Judaismo como Cultura - Casa-argentina

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está escrito que en el futuro los pueblos "forjarán hoces de sus lanzas" (Miqueas) La<br />

Mischná desdeña las armas en nombre de la visión religiosa judía de la vida, <strong>como</strong><br />

protesta pacifista contra toda la ideología de la muerte heroica "<strong>como</strong> un león".<br />

Y aquí volvemos a los dos pasajes, característicos, según Zhitlovsky, y que citamos<br />

antes; el dicho del Eclesiastés que estima más a un perro vivo que a un león muerto y el<br />

que declara que cada hombre ha de pensar que el mundo todo fue creado para él. Estas<br />

sentencias pueden parecer un atentado contra los ideales humanos más elevados sólo<br />

si se las toma verbalmente. Es decir, si se las extrae de todo el contexto de la<br />

religiosidad judía. En la visión judía de la vida, dichas dos sentencias nunca fueron<br />

tomadas al pie de la letra. Frente a la sentencia "más vale perro vivo que león muerto",<br />

se requiere del judío que se arriesgue, que se deje ultimar cuando se lo obliga a la<br />

idolatría, a la degradación, al crimen. <strong>El</strong> sacrificio por la "santificación del Nombre" es<br />

considerado <strong>como</strong> la virtud más elevada. En la existencia diaria —y es lo que más<br />

cuenta— el hombre está obligado a cuidar de su vida, y un perro vivo nunca fue<br />

equiparado a un león vivo. La religión judía reclama: sé veloz <strong>como</strong> un ciervo y fuerte<br />

<strong>como</strong> un león en tu aspiración a una vida digna.<br />

Cada hombre debe decir: "todo el mundo fue creado para mí". Pero, si todo hombre ha<br />

de pensarlo, ningún hombre puede creerlo. Ese dicho talmúdico, llevado al extremo del<br />

pensamiento lógico, sólo contiene el inmenso aprecio y valor de la vida de cada hombre<br />

individual, no sólo la del prójimo, sino también de la propia. Es, en el fondo, una<br />

categórica divergencia del "yo soy tú" budista. Frente a éste, la sentencia talmúdica<br />

declara "yo no soy tú; tengo derecho a mi propia vida, <strong>como</strong> si todo el mundo hubiera<br />

sido creado en consideración a mí". E igual derecho a una vida propia tiene el otro,<br />

porque cada hombre ha de pensar que para él solo fue creado todo el mundo. Esta<br />

visión nos dice que la vida humana es santa. También nos dice que el impulso hacia lo<br />

más elevado no ha de hacer olvidar la santidad de la vida humana. Sólo cuando se<br />

afirma <strong>como</strong> premisa absoluta la santidad de la vida de cada ser humano, también de la<br />

"mía", tiene sentido el amor al prójimo, es decir, la preocupación por la vida del otro, por<br />

el alma del otro y sus aspiraciones a mejorar, únicamente cuando cada "alma" individual<br />

se presenta enfrentando todo un mundo, el "sacrificio del alma propia" adquiere la más

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