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Sexual Personae - Camille Paglia

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que «Apolo y Atenea no tienen “alma”». [9] Artemisa es la pureza pre-cristiana

sin espiritualidad. Al igual que Nefertiti, es una materialista visionaria. Es la

personalidad occidental en tanto que cosa, en tanto que materia expurgada de

todo elemento ctónico.

Como mujer, Artemisa tiene un esplendor heroico. Tiene nervio,

arrogancia, fuerza, ardor. Pertenece a la belicosa era de Aries, precede a la

caridad cristiana. Es el gusto por la sangre, la disposición sangrienta. Es, en

todo el mundo, la «persona» de la mujer que encierra la mayor agresividad,

expresada en la caza y la correría, la velocidad, el desafío, el riesgo. Su flecha

apolínea es el ojo y la voluntad occidentales. Como las atletas, busca la

victoria y la gloria. Artemisa no es compleja. No tiene contradicciones porque

no tiene vida interior. Su «amazonismo» es su pulido ego acorazado. Es

incapaz de relajarse o de aplacarse. Como tipo caracteriológico, es una

adolescente que no ha crecido. Su figura es de muchacho, sus pechos no se

han desarrollado. No puede ser invadida psicológicamente y mucho menos

físicamente. Artemisa no es femenina porque no está influida por el medio,

medio que ella supera. Es prístina. Nunca aprende. En su frialdad y en su

inexpresividad, es la individualidad perfecta, una energía sublime. Si

buscáramos paralelismos, pensaríamos en Greta Garbo, con su aislamiento y

helada vacuidad, pero no en Marlene Dietrich, que tenía el impresionante

brillo físico de Artemisa, pero acompañado de una ironía resultante de su

experiencia del mundo, que la diosa griega no puede conocer. Artemisa la

corredora, relacionándose sólo a través de su flecha de dominio, es la mujer

que se lanza al espacio épico occidental. Pone en movimiento perpetuo la

carga del cuerpo ctónico de la hembra.

En el «revival» de la cultura pagana, desde el Renacimiento hasta hoy, Apolo

siempre fue elevado al rango de la creación suprema de la mitología clásica.

Como dios de la poesía, atraía a los artistas, y como hermoso joven, a los

homosexuales. Atenea recibió mucha menos atención. Pese a ello, domina la

Odisea, y era la diosa tutelar de la Atenas clásica, que dominaba desde las dos

colosales estatuas de la Acrópolis. Amazona y diosa, una brillante idea

pagana, no se ganó la popularidad en la era cristiana.

Mi tesis es que Atenea es la igual de Apolo. No tiene equivalentes ni

descendientes. Aunque es la más cinemática de las diosas griegas, nunca se la

ha reproducido en el cine. Es masiva, pero al mismo tiempo móvil,

abrumadora tanto por su fuerza mental como física. Está sobrecargada

iconográficamente; poderosa, hiperdefinida por sus deberes (fig. 10). Gilbert

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