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Sexual Personae - Camille Paglia

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usted el té de azúcar, y aunque he dejado bien claro que prefería el pan con

mantequilla, me ha dado usted tarta». Esta línea (perfecta y lastimeramente

dicha por Joan Greenwood) imita la grave lírica de los dramas poéticos, del

tipo de «ofende a Dios y mancilla a la nación con ese atroz acto de

desenfreno». Pero en términos psicológicos, el placer que depara a

Gwendolen y Cecily ese deseo de los hombres de ser rebautizados o dotados

con una nueva identidad se traduce en: «¿Por mí serías capaz de volver a la

infancia?». Las mujeres son lingüistas procrustianas, que, al igual que el

célebre bandido clásico, adaptan a sus camas la identidad de sus

pretendientes, ya sea reduciéndola o ampliándola. Por lo tanto, la

reconciliación entre los sexos que muestra la obra es mucho más complicada

de lo que parece a primera vista. El «sacrificio» masculino (palabra de

Gwendolen) que la hace posible es inducido a la fuerza por las mujeres, una

coerción que está en el germen de la tiranía materna. El gran logro de La

importancia de llamarse Ernesto es que el público no percibe ninguna de

estas ambivalencias emocionales, pues la ansiedad sexual ha sido

maravillosamente redirigida y reabsorbida. Pero la euforia que se tiene al final

viene dada, en parte, por la sensación subliminal de que no se ha permitido

que crecieran muchos peligros presentes al principio. El ingenio epiceno de

Wilde controla el poder ctónico de las protagonistas convirtiendo a los cuatro

personajes principales en andróginos amanerados, cuyos transparentes

cuerpos de cristal escapan y trascienden la fisiología.

La importancia de llamarse Ernesto es una purificación ritual de las

primeras obras de Wilde: Dorian Gray y Salomé. Esta comedia disipa la

ansiedad que habían producido dos relaciones críticas, cada una de ellas un

matrimonio de «personas del sexo». La primera es entre un hombre y su

doble. En Dorian Gray, el doble del retrato sale victorioso en su empeño de

recuperar la belleza eterna, para lo cual tiene que asesinar a su modelo

humano. En La importancia de llamarse Ernesto, John Worthing se crea una

doble identidad: es Jack en el campo, pero en la ciudad es un ficticio Ernesto.

Su amigo Algernon adopta esa falsa identidad para colarse en la casa de

campo bajo el nombre de Ernesto Worthing. En ese momento, Jack, vestido

de negro, llega para anunciar la muerte de su hermano Ernesto. Jack se queda

sorprendido al descubrir que, lejos de estar muerto, el inexistente Ernesto está

sentado en el saloncito. Como en Dorian Gray, el doble ha cobrado vida,

escapando del control de su dueño. Puesto que La importancia de llamarse

Ernesto es una comedia, el doble no puede ejercer la opresión demónica que

ejerce en la novela. Jack se pone furioso por esta vejación, pero no se

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