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Sexual Personae - Camille Paglia

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Un objeto sexual es una forma ritual impuesta a la naturaleza. Es un tótem de

nuestra imaginación perversa.

La creación apolínea de cosas es la trayectoria primordial de toda la

civilización occidental, una trayectoria que se extiende desde el antiguo

Egipto hasta nuestros días. Todos los intentos de reprimir este aspecto de

nuestra cultura han acabado fracasando. Primero el judaísmo y luego el

cristianismo se rebelaron contra la creación de ídolos paganos. Pero el

cristianismo, cuyo impacto fue más amplio que el del judaísmo, se convirtió

en la religión más cargada de arte, más dominada por éste. La imaginación

siempre remedia los defectos de la religión. El objeto más difícil de la

creación apolínea es la personalidad occidental, el yo seductor, luchador,

individualista, que entró en la literatura en la Ilíada, pero que, como

demostraré más adelante, ya había aparecido con anterioridad en el arte del

antiguo reino de Egipto.

El cristianismo, borrando de un plumazo el atractivo profano del

paganismo, intentó hacer fundamental la espiritualidad. Pero al igual que

cualquier secta atrincherada, terminó por reforzar la absolutista estructura

occidental basada en el ego. El héroe del militante de la iglesia medieval, el

caballero en su refulgente armadura, es la cosa apolínea más perfecta de la

historia del mundo. Tendría que volver a escribirse la historia del arte: existe

una línea directa que une, a través de la armadura medieval, la escultura

grecorromana con el resurgimiento del clasicismo renacentista. Las armas y

las armaduras no son artesanía, sino arte. Transmiten el peso simbólico de la

personalidad occidental. Las armaduras constituyen la continuidad pagana en

el cristianismo medieval. Después de que el Renacimiento liberara la

actividad artística sensual, idólatra, del clasicismo, la línea pagana ha

continuado con una fuerza obvia hasta nuestros días. La idea de que la

tradición occidental se colapsó después de la primera guerra mundial es uno

de esos resentimientos miopes del liberalismo. La tesis que yo defiendo en

este libro es que la alta cultura se hizo obsoleta debido al nihilismo neurótico

de la modernidad y que la cultura popular es la gran heredera del pasado

occidental. El cine es el género apolíneo supremo, una máquina de los dioses

que es simultáneamente creadora de cosas y las cosas creadas.

El hombre, el conceptualizador y proyector sexual, ha gobernado el arte

porque el arte es la respuesta apolínea que le permite alejarse de la mujer. Un

objeto sexual es algo a lo que apuntar. El ojo es la flecha de Apolo siguiendo

el arco de la trascendencia que yo veía representado en la micción y la

eyaculación masculinas. El ojo occidental es un proyectil lanzado al más allá,

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