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Sexual Personae - Camille Paglia

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yo romántico dilatado, abierto y extasiado ante la naturaleza, como Shelley

con el viento del oeste, sigue un proceso de aislamiento hierático. Baudelaire

fue el primer artista que vivió como un esteta, poniendo en práctica lo que

Poe sólo imaginó. Sartre observa que Baudelaire convirtió el atletismo viril

del dandi inglés en una «coquetería femenina». [30] Pero Barbey d’Aurevilly

ya dice que los dandis son los «andróginos de la Historia», que pertenecen a

«un sexo intelectual vacilante» y combinan la elegancia con el poder y la

fuerza. [31] El lánguido Baudelaire, quien tenía, según Gautier, un cuello de

«elegancia y blancura femeninas» [32] no era nada atlético. Gautier le llama

gato, el animal favorito de los estetas y de los decadentistas. El gato también

es un dandi distante, elegante y narcisista, que introduce el estilo jerárquico

egipcio en la vida moderna.

En el arte griego y en el arte renacentista, el andrógino apolíneo

representaba el orden social y los valores públicos. Pero el dandi apolíneo de

Baudelaire representa el arte divorciado de la sociedad. No obedece a ninguna

ley excepto las de la estética. Su propio absolutismo debilita a la personalidad

tardorromántica. Después de la generación de Baudelaire aparece una

«persona del sexo» que yo denomino «el depravado esteta decadentista»: al

igual que el hermafrodita cortesano, repele por su mezquino egocentrismo. La

languidez de Baudelaire, el aburrimiento de quien se ha aislado de la

naturaleza, ya no abandonará al esteta hasta el fin-de-siècle. La percibimos en

lord Henry Wotton de Wilde, con sus cigarros impregnados de opio. Pero

Wotton, de una robustez típicamente inglesa, es inmune a la enfermedad

laboral del esteta depravado, una palidez neurasténica cubierta con horribles

cosméticos. Ejemplos son el Des Esseintes de Huysmans, el Aschenbach de

Mann y el Charlus de Proust. En la vida real estaban los demónicos Aleister

Crowley y el conde Robert de Montesquiou, quien fue el modelo para Des

Esseintes y Charlus. En nuestro siglo, este tipo está compuesto por una clase

internacional de homosexuales talluditos, con pretensiones estéticas y

modales epicenos. Su voz es aguda; la figura, delgada y pequeña, y su rostro,

pálido y regordete, parece no tener huesos, igual que el de Miss Havisham, la

pintarrajeada bruja de Dickens. En Estados Unidos, este tipo nunca ha estado

verdaderamente de moda entre los homosexuales, pero todavía florece en los

países latinos. El esteta diletante es un andrógino apolíneo decadente.

Otro capítulo de Le peintre de la vie moderne trata de «La mujer», para la

que Baudelaire adopta un uso extremado de los cosméticos. Con una locución

inimitable descarta la idea de que el carmín de labios debe usarse en poca

cantidad para realzar la naturaleza: «¿Quién se atrevería a asignar al arte la

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