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Sexual Personae - Camille Paglia

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La hierática Diosa Blanca de Graves no vale, pues la hechicera de Keats es

misteriosamente imperturbable: «Encontré una dama en el prado, / muy

hermosa, doncella de cuento de hadas; / su cabello era largo, sus pies ligeros /

y sus ojos salvajes». La persona sexual que representa este poema me intrigó

durante años. Figurativamente, la «hermosa dama despiadada» de Keats, que

destruye a los guerreros, los príncipes y los reyes, no es jerárquica. ¿Cómo

ejerce su poder masculino este cautivador andrógino? Un poder que se

manifiesta sólo a posteriori, nunca a priori en la persona que se revela a los

ojos humanos. Es la naturaleza primaveral atrayéndonos hacia el invierno de

nuestra insatisfacción. Sea como fuere, hay teatro. ¿Cuál es su máscara? Por

fin, encontré una figura análoga a la Belle Dame de Keats: la implacable lady

Caroline Lamb, a quien he comparado con la Mignon de Goethe y con la Edie

Sedgwicck de Warhol. Es el andrógino mercurial negativo, menudo, infantil,

frenético, cargado de una energía nerviosa. Pruebas de ello pueden

encontrarse en la descripción que el propio Keats nos ofrece de Fanny

Brawne, la mujer que inspiró el poema. Esta descripción podría ser también el

retrato de lady Caroline. Fanny es «hermosa y elegante, grácil, tonta, moderna

y extraña». Tiene una cara «delgada y pálida». Su «modo de comportarse es

monstruoso, siempre corriendo en todas las direcciones e insultando a la

gente». Bate observa que otras descripciones de Fanny Brawne dejan ver «la

presteza de sus gestos y de sus movimientos» y su «viveza general». [36]

Mercurio está electrizado. Keats describe líricamente a la mujer, pero no

puede vencerla.

La mala opinión que tenía Keats de las mujeres intelectuales de su tiempo

forma parte de su antipatía general con respecto al mundo literario. Pero

también está relacionada con ese peligro sexual al que aluden algunos de sus

poemas, desde Endymion a Lamia, pasando por La Belle Dame Sans Merci.

La crítica, que no logra captar la ansiedad en los poemas sexuales de Keats, la

reconoce, sin embargo, rápidamente en la serie de Hyperion, donde los

colores son fríos, serios y desolados. El calor para Keats es como la luz para

Shelley. Gusto, tacto, calor corporal: cuando éstos se extinguen, nos

quedamos con un gris dantesco. Hyperion y The Fall of Hyperion (Hiperión y

La caída de Hiperión) son poemas escritos a modo de rito de paso, tal vez, en

este aspecto, los más sorprendentes de toda la literatura. En el primero, Apolo

pasa de un estado psíquico al siguiente. En el segundo, es el propio Keats el

que da el paso. Para Bloom, estos poemas registran crisis de otoñalidad

poética. Pero en la estructura profunda del poema, los hombres son

dominados por titanes femeninos. Hyperion se abre con una escena de

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