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Sexual Personae - Camille Paglia

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a los arrogantes coleccionistas tardorrománticos de Sade, Poe y Huysmans.

La vitrina es como uno de esos relicarios en los que se guardan los huesos de

los santos. Se parece a la «Urna bien tallada» de Donne, en donde tanto el

poema como la urna funeraria que describe mezclan las cenizas de los amores

canonizados. Pero las cenizas de Blake son mucho más amargas. El hombre

de Blake es un mártir, un cordero conducido al matadero. La vagina es un

crematorio sexual. La vitrina destruye por el procedimiento de bajar los

humos del varón (reduciendo la erección). La vitrina contiene otro universo y

otra doncella: «Traslúcida, encantadora, deslumbrante, / triple imagen, una

dentro de otra. / ¡Oh, qué grato temor estremecido!». Los microcosmos son

peligrosos en Blake porque son solipsistas y cismáticos. La vitrina se parece

también al «universo de cristal» de Spenser, que es simultáneamente espejo y

bola de adivino. La lágrima preñada del Valediction: of weeping (Discurso:

del llanto) contiene el reflejo de la amada y también «un globo» del mundo.

En Blake, el hombre entra en un mundo de espejos de antimateria sexual. Su

temor placentero es su delectación masoquista en el dominio de la mujer. El

varón que prolonga voluntariamente su sumisión sexual se construye su

propio infierno.

La vitrina requiere la rendición voluptuosa del hombre. Cuando el hombre

se hace valer, la ilusión se rompe en mil pedazos. La vitrina explota, y él se

convierte en «un gimiente niño en el desierto». Recostada junto a él, hay una

«gimiente mujer pálida». La vitrina es como el letárgico «Emparrado de la

Beatitud» de Spenser, aquí accidentalmente destruido por uno de los devotos.

Al igual que los eróticos idilios de Lamia y La Belle Dame Sans Merci de

Keats, el poema de Blake termina en un despertar frío, avergonzado. Cuando

se da un paso hacia lo ilícito se produce un violento movimiento hacia la

desolación exterior. El modelo básico es la expulsión de Adán y Eva del

Paraíso. Vemos la misma pauta en el final de Moby Dick, cuando el intento de

Ahab de traspasar el corazón de la naturaleza arponeando la ballena blanca

termina en catástrofe, en un silencio inmenso, vacío. The Crystal Cabinet dice

que no hay forma de comprender la naturaleza. Todas las madres expulsan a

sus hijos. Y cuanto más las buscan éstos a través del sexo, más se alejan ellas.

Bloom sitúa a esa dueña, demónicamente triple, de la vitrina en «un carnaval

de espejos». [4] Yo pienso en el momento culminante de La Dama de Shangai

de Orson Wells (1948), donde Rita Hayworth, la sirena del laberinto, aparece

repetida en una profusión mareante, hasta que la sala de los espejos, al igual

que la vitrina, es destruida en mil pedazos por su enfurecido perseguidor. La

doncella triplicada de Blake es la triple Hécate, siniestra y nocturna. En

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