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Sexual Personae - Camille Paglia

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melodrama, no tragedia. Sus protagonistas nunca tienen una verdadera

anagnorisis porque los fallos morales nunca están en ellos, sólo en los

conspiradores exteriores. Las revelaciones climáticas nunca liberan la tensión

acumulada porque también éstas, al igual que las metáforas, son agentes

destinados a la ocultación. Página tras página, las metáforas aparecen como

nítidos puntos de visibilidad que, igual que la capa del torero, hacen que el

lector embista. Su función es fingir que se está revelando algo, cuando en

realidad no es así. Las metáforas jamesianas son elementos apotropaicos,

como esos horribles gorgoneion que se cuelgan en la puerta de los hornos

para mantener alejados a los espíritus malignos. El lector, que

simultáneamente es invitado e intruso, es atraído con malas artes y engañado.

Se nos induce a entrar en un laberinto o meandro, y luego se nos deja

abandonados en la oscuridad. James disuelve el cuerpo sexual y desvía su

materialidad a las metáforas, que toman entonces una exactitud enloquecida,

lasciva. Son desplazamientos sexuales, sustitutos eróticos. Si, como piensa

Wilson, James se proyecta en sus heroínas, todo lo que se distancie del cuerpo

es comprensible: lo que oculta su prosa es al propio James, travestido.

Su oscuro estilo tardío es en sí mismo una proyección, pues siempre que

me esfuerzo a aventurarme bajo sus enormes restricciones, pienso: Hay

alguien ahí. ¿Quién ronda en la periferia de la narración? Igual que los

demones de Otra vuelta de tuerca. James dice que Isabel Archer llevaba

colgada la fama de lectora «como la nebulosa que envuelve a las diosas en la

épica». La autoritaria señora Lowder también tiene un aura carismática: la

mente de su interlocutor se llena con «una nube de preguntas de entre las

cuales surgía, como “un oráculo”, la inmensa persona sentada de Maud

Manningham». [54] La señorita Lowder, a la que aquí se le da su nombre de

soltera, Manningham (cf. el nombre de soltera de la madre de Hawthorne), es

una Pitonisa entronizada, como el Júpiter de Ingres. La nube que envuelve a

Isabel es una emanación de poder femíneo. Es idéntica a la neblina que cubre

el estilo tardío de James.

Ese estilo es una miasma, una nueva versión de la ciénaga femínea de la

procreación. Las novelas sociales ocurren en un espacio civilizado, separado

de la naturaleza. Cuando ésta entra, lo hace de una forma socializada. Por

ejemplo, Isabel está sentada sola en un hotel romano «en una sabana de

tapicería amarilla». Éste es uno de los entornos hostiles, como el bosquecillo

de árboles animados, a través de los cuales ha de escapar la heroína. Como

Wilde, James moldea la naturaleza a modo de decorado interior. Su miasma,

todavía reconociblemente ctónico, aparece por ver primera en Daisy Miller: la

Página 729

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