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Sexual Personae - Camille Paglia

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Symposium, la febril batalla del amor es una búsqueda de la unidad

primigenia. Pero Cumbres borrascosas, con esos abrazos que más que

abrazos parecen zarandeos, contiene un psicodrama más perverso: el cuerpo

como base del género supone una afrenta a la imaginación y a la emoción,

que en Emily Brontë es tendente a la homosexualidad. Es este cuerpo, un

oscurecedor velo material, lo que rasga el sadomasoquismo de la novela.

Mi teoría es que las innovaciones formales de Cumbres borrascosas son

el resultado de los desplazamientos de la identidad de Emily Brontë. La

mediación que suponen los dos limitados narradores y los cambios temporales

y de punto de vista constituyen los estratos que separan el yo real y el ficticio.

El aparente distanciamiento de Brontë con respecto a Cumbres borrascosas

oculta su posición central en la novela, su proyección en Heathcliff, producida

por su extirpación del género. Si Rousseau fue el primero en asignarse una

identidad sexual, Emily Brontë será la primera en tratar su identidad sexual

como una abstracción que reside separada de ella, en otra dimensión espacial

y temporal. Surgió esa brillante estructura narrativa porque Brontë se estaba

juzgando a sí misma desde lejos. Nelly Dean y Lockwood representan la

norma social, que contempla a Heathcliff con impaciencia e incomprensión.

Estos observadores menores muestran el mesurado y maduro sentido que

tenía Brontë de sí misma y de su persona proyectada. La autora mantiene una

relación doble con respeto a su héroe hermafrodita, en el que está

simultáneamente presente y ausente. Cumbres borrascosas abruma al lector

con preguntas del tipo: «¿Es el señor Heathcliff un hombre? Y si es así, ¿está

loco? Y si no lo es, ¿es un demonio?». «¿Será un trasgo o un vampiro?». En

términos sexuales estas opiniones parciales tienen una misteriosa

incandescencia: «No me parecía estar en compañía de una criatura de mi

misma especie». «Es un diablo embustero, un monstruo, no un ser humano.»

«… Es sólo la mitad hombre, y aun menos» [43] . Heathcliff, por el que después

de todas estas injustas exclamaciones llegamos a sentir compasión, es un

monstruo y no un hombre tanto en cuanto es una mujer transfigurada en

héroe.

Fundiéndose con su doble romántico, Emily Brontë murió al año siguiente

de la publicación de Cumbres borrascosas, que no fue especialmente bien

recibida por la crítica. El arte no había bastado. Al igual que sus precursores

románticos, Brontë no es una historiadora social, sino la autora de un gran

poema, es decir, de un corpus autorreferencial. Así pues, es posible que Emily

Brontë no hubiera escrito nada más después de Cumbres borrascosas, pues en

ésta ya está plenamente realizada la acción interna hermafrodita. Su

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