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Sexual Personae - Camille Paglia

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lilies and languors of virtue / For the raptures and roses of vice»). Las

aliteraciones de Swinburne dramatizan su estructura de repeticióncompulsión,

con ayuda de la cual construye él su vasto mundo de fuerza

femenina. En Faustine, un poema terrible y misterioso, la poesía regresa a sus

orígenes de ritual religioso. Pocas cosas en la literatura nos proporcionan una

réplica tan intensa de la experiencia primitiva. Los lectores modernos, al

contemplar las locuciones algo sórdidas de Faustine, pueden llegar a dudarlo

hasta que intentamos leerlo en voz alta. Los cuarenta y un golpes de Faustine

se hacen literalmente insoportables. ¡Incluso la Ligeia de Poe se repite sólo

una vez!

Los vampiros de Swinburne heredan el promiscuo lesbianismo de la

Jeanne Duval de Baudelaire, totalmente atroz para el público inglés, que no

tuvo un Baudelaire o un Gautier que lo preparara para tales aberraciones. La

pluralidad sexual de las mujeres proviene de sus múltiples identidades, que

inundan la historia. Dolores tiene aventuras lésbicas amparada en la

ambigüedad sexual griega. «Fragmentos perdidos de canciones sáficas suenan

en Faustine, agitando su feroz y temblorosa sangre». Persigue «un

crecimiento estéril de raíz asexuada o epicena», «el beso del amor sin fruto».

Es «una cosa sostenida por goznes, / una máquina de amor / y sus

articulaciones de oro flexible son de relojería». La ambisexual Faustine llega

al lesbianismo conducida por su esterilidad baudelairiana, mediante la cual la

Naturaleza se autodestruye. Swinburne convierte la poesía sáfica en un

montón de abono necrófilo y además inorgánico. En cuanto que máquina del

amor, Faustine es otro andrógino, uno de esos objetos manufacturados del

siglo XIX, igual que el Hermafrodita de Shelley. La métrica, mecánica hasta la

tiranía, de Faustine es la respuesta de la forma al contenido. El poema es un

autómata conducido por una déspota que funciona como un robot. Faustine es

Fausto, Mefistófeles y el Homúnculo reunidos en una sola persona, una estéril

máquina de moler huesos que resuena con su demónica actividad interna.

Dolores y Faustine son proyecciones titánicas del poder jerárquico

femenino. Los pocos hombres que aparecen en Swinburne, siempre

brevemente, sólo ilustran una sensual pasividad. Una inversión sexual típica

de Dolores: «Oh, labios llenos de lujuria y risa, / serpientes que amamanto en

mi pecho, / morded fuerte, que no venga luego el recuerdo / a apretar con

otros labios donde ya vosotras apretasteis». En una horripilante metáfora

manierista, los crueles labios de Dolores son serpientes retorcidas,

desconectadas de su cara por medio de una fisión decadentista. Los labiosserpientes

atacan un pecho masculino. Swinburne es la condenada Cleopatra

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